Stole My heart- Ruggarol

Capítulo 80

una tejida chaleca, pequeña y de un tono azul marino, en verdad muy linda. Estaba envuelta en un papel color crema, pero parecía que fuera de hace mucho tiempo. La observé unos segundos y luego inconscientemente miré la caja nuevamente. En una esquina de esta estaba escrito en letras pequeñas y con aspecto de que fueran escritas por una mujer <<Para el niño más especial>>. Más al lado había otra frase escrita en otro idioma. Lo miré y el sonrió dejando la jardinera a un lado de la caja. Se sentó en la cama y yo me senté a su lado, olvidando por completo la ropa que estaba ordenando.

Karol: Es en verdad muy linda, pero no comprendo.
Ruggero: Me la obsequiaron mis abuelos cuando tenía cuatro años –Sonrió mirando al suelo.
Karol: Vaya que tenían buen gusto –Sonreí mirándole a él.
Ruggero: Recuerdo que me gustaba mucho y la quería usar siempre, mamá me regañaba a veces por eso –Soltó una risa.
Karol: Ruggero, ¿qué es eso? –Apunté a la frase escrita que no podía entender.
Ruggero: Lo escribió mi abuelo, está escrito en italiano.
Karol: ¿Y qué dice?
Ruggero: -Hizo una pausa respirando hondo- Las tristezas no se quedan para siempre cuando caminamos en dirección a lo que siempre deseamos.
Karol: ¿Por qué escribió eso? –Acaricié su cabello.
Ruggero: -Se encogió de hombros- Una reflexión o así.
Karol: Es hermoso...
Ruggero: Pero sé que la tristeza no dura para siempre si camino en dirección a ti –Me miró casi fulminando, sus ojos miel penetraban en los míos.
Karol: ¿Qué dices? –Sonreí nerviosa.
Ruggero: Que eres lo que siempre he deseado, deseo y desearé.
Karol: -Apoyé mi cabeza en su hombro- Te amo –Dije en susurro.
Ruggero: ¿Qué si te digo que yo más?
Karol: No te lo creería, porque dudo que alguien pueda amar más de lo que yo te amo, seriamente.
Ruggero: Que equivocada estás, pequeña.
Karol: ¿Molestarás porque cumplirás veinte? –Fruncí el ceño.
Ruggero: -Rió- Nop.
Karol: Amor, ¿me muestras esto por alguna razón? –Sonreí besando suavemente su mejilla.
Ruggero: -Asintió- Quisiera contarte un poco más.
Karol: Te escucho –Me senté sobre su regazo y apoyé mi cabeza en la suya.
Ruggero: Me la obsequiaron en esa misma caja, mi abuela decía que me vería muy apuesto con la chaleca puesta, creo que eso era lo que me hacía querer usarla. La tejió mi abuela antes de saber que Irenne sería una niña así que la guardaron por si mis padres tenían un niño. Cuando tenía seis años ya no me quedaba bien -Se detuvo como si recordara- nada de bien. Mi abuelo se acercó a mí y me hizo prometer que la guardaría en la misma caja y al ser mayor, se la obsequiaría a un niño especial e importante. Durante el tiempo en el que crecí me dije que se la obsequiaría a mi hijo, pero en verdad, no lo sé.
Karol: ¿Qué no sabes? –Lo miré confundida.
Ruggero: Me gustaría que se la obsequiáramos a Dann...
Karol: ¿Dann? -Interrumpiste- ¿Por qué Dann y no tu hijo?
Ruggero: ¿Quién sabe si llegaré a tener un hijo? -Sonrió- Dann es importante para ti, para mi eres lo más especial y una de las persona más importantes que tengo. Si él es tan importante para ti, como tú lo eres para mí, entonces quiero que se la obsequiemos.
Karol: Yo... Rugge... No sé qué decir –Balbuceé.
Ruggero: No digas nada, toma la caja y procura llevarla al aeropuerto y cuidarla hasta que llegue a manos de ese pequeño, ¿Si?
Karol: -Asentí con la cabeza- Lo haré.
Ruggero: Ahora...
Karol: ¿Ahora qué?
Ruggero: Debes cumplir.
Karol: -Reí por lo bajo- Yo cumplo –Tomé su cara entre mis manos y lo besé, tal y como corresponde.

La hora del vuelo se asomaba, en tres días estaríamos de vuelta, luego festejaríamos el cumpleaños de Rugge y luego, volver de las vacaciones de invierno a la universidad.
Los chicos fueron a despedirse de nosotros al aeropuerto y mientras conversaba con ellos vi a Ruggero fumando un poco lejos, acompañado de Mike quien solo le observaba y le conversaba. Más tarde abordamos, en verdad, yo estaba demasiado feliz de volver a la gran ciudad.

El vuelo duró lo que tenía que durar, llegamos casi al anochecer y partimos directo al hotel. Esta vez no íbamos acompañados de nadie, ningún guardaespaldas. Debíamos cuidar de nosotros mismos.
Habíamos pagado a media una gran habitación en uno de los hoteles más prestigiados de la ciudad. Por ser Ruggero Pasquarelli le habían hecho un significativo descuento, pero aun así no dejé que pagara solo él, yo tenía del dinero que me enviaba papá y además de mi trabajo con Katja, no era un gran problema para mí ayudarle con tales gastos.
Nos instalamos rápidamente y tanto era mi cansancio que dejé mi bolso a un lado de la puerta y me dejé caer rendida a la cama, solo quería dormir. Al despertar estaba enredada en los brazos cálidos y protectores de él. Pude haber admirado su maravillosa belleza al dormir, pero era el cumpleaños de mi hermano y quería llegar pronto. Rosé sus labios, dando pequeños besos en estos mientras acariciaba su desordenado cabello. Abrió solo un poco los ojos y buscó mis labios, no le fue difícil encontrarlos. Me besó y hubo un segundo en el que creí que no se detendría, así que finalicé el beso yo por muy poco que quisiera.

En dos horas estábamos camino a la casa de mi mamá. Caminábamos por la calle con la mano de ambos tomada.
Karol: Ayer compré una revista de chicas -Sonreí recordando- Leí un artículo llamado "¿Tu novio es perfecto?"
Ruggero: ¿Cómo era?
Karol: Describían al novio perfecto.
Ruggero: ¿Y qué tal? –Me miró con una sonrisa marcada.
Karol: Según la revista lo eres -Presioné mi labio inferior- ¿pero qué importa lo que diga una revista?
Ruggero: ¿Cómo?
Karol: Haya salido lo que haya salido, para mí seguirías siendo el novio perfecto.
Ruggero: Me encanta que seas así, tan dulce -Besó mi nariz causando cosquilleo- ¿Siempre has sido así de dulce?
Karol: No lo sé, creo que tú me has hecho más dulce con el tiempo.
Ruggero: ¿Sabes?, eres una de las personas con las que he sido más dulce en toda mi vida -Me ruboricé- Y te amo inexplicablemente, pero no serás la última a la que amaré de tal forma.
Karol: ¿Cómo dices? –Pregunté rápida, inquieta y algo sorprendida.
Ruggero: Amaré de tal forma a mis hijos -Sonrió divertido y se le escuchó una risita al sonrojarse- Nuestros hijos, claro.