C a p í t u l o 29: "Consecuencias de un mal día"

959 65 2
                                    

(Kelsey)

Hay veces en las que, a pesar de lo difícil que te ha sido levantarte de la cama por la mañana, has mantenido un lado optimista a pesar de todo y piensas: «Hoy será un buen día».
Pero claro, en ese entonces, el mundo conspira contra ti y decide que tendrás una jornada de mierda. Poco a poco, tu positivismo se va desmoronando y tu felicidad es sustituida por el rutinario mal humor.
¿Y por qué suelto todo este rollo así de repente?

Porque justo ahora estoy en esa situación.

—¡Oye, espérame! —Ian grita a mis espaldas una vez más, pero yo simplemente lo ignoro.

Debido a que aún es de noche mi visión se ve un poco entorpecida, pero sé perfectamente el camino que tengo que recorrer. Aunque tenga que ir andando porque el puto autobús me ha dejado tirada como la quinta vez en lo poco que llevamos de mes.

En ese momento, el vehículo conducido por ese amable señor vuelve a pasar por nuestro lado, seguro que para mofarse de nosotros haciendo sonar el claxon mientras se aleja. Tal y como me imaginaba, el imbécil del conductor nos mira con una sonrisa burlona reflejada en el rostro, llamando nuestra atención mediante irritantes pitidos.

—¡Hijo de puta! —grito histérica, lanzándole una pequeña piedra que lamentablemente no llega al cristal de una de las ventanas.

—¡¿Qué haces?! ¡¿Estás loca?! —me reprende mi hermano impactado.

—¡¿Loca?! ¡¿LOCA?! ¡¿Cómo crees que debo comportarme con ese gilipollas, eh?!

—No me puedo creer que estés tan alterada a estas horas de la mañana.

—Tengo mis motivos —justifico ahora un poco más calmada—. Demasiados, de hecho.

Seguimos caminando en silencio durante unos minutos que se me hacen eternos. Es increíble que con lo charlatana que soy esta vez no tenga ganas de hablar, pero todo se debe a la porquería de miércoles que me espera. Preferiría ponerme a matar a todo el mundo hasta dejar la ciudad deshabitada en vez de volver a aguantar otra bronca de los profesores y forzar mi expulsión.

—Kelsey Evans —La subdirectora clava su penetrante mirada sobre mí, como si intentara transmitirme un miedo que no logro sentir—, Ian Evans. ¿A qué se debe vuestra tardanza?

En fin, tendré que decir adiós a mi vida en esta universidad. Ya no puedo hacer nada por evitar mi marcha.

Bueno, pues si me tengo que ir, que sea a lo grande, que me recuerden y no olviden jamás que no debieron expulsarme. Y si tiene que ser así, me encantaría darle un puñetazo en toda regla a ese cabrón que se hace llamar director de esta universidad de mierda.

—Pues mire —comienzo a hablar con cortesía fingida, y una sonrisa se me escapa—, hemos llegado tarde porque...

—Porque el autobús se fue antes de tiempo y no llegamos a cogerlo, señora. Disculpe nuestra tardanza.

Mi expresión de cabreo no es nada comparado con lo que verdaderamente siento. Dando un pisotón disimulado a Ian le dejo claro mi estado de ánimo, sin contener un poco de esa furia que cada vez crece más y más en mi interior. Este chico es imbécil, de verdad. Si me van a echar igualmente, ¿por qué no mentir? ¿Va a ser algo positivo el decir la verdad en esta ocasión, teniendo en cuenta que esta cuarentona no se compadecerá de nosotros?

—Esta no es la primera vez que eso os sucede —Le lanzo una mirada amenazante a mi hermano, quien percibe mi enfado pero sigue mirando al frente—, aunque no sois los únicos estudiantes con ese problema. Por esta vez os dejaré entrar sin problemas, pero solo porque ese nuevo conductor está dando problemas a muchas personas.

Júralo Por Mí [#UAI2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora