C a p í t u l o 17: "Una tarde de dos"

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(Kyle)

Siento angustia predominar en mi interior. La adrenalina corre por mis venas y una sensación extraña se aloja en mi estómago, como si de verdad estuviese viviendo esa escena, apreciándola con mis propios ojos y no mediante palabras que hacen todo lo posible por describir semejante situación.

Es increíble cómo una novela de acción tan bien narrada hace que rápidamente te zambullas en un mundo distinto al de tu propia realidad, desde el punto de vista de la persona protagonista y descubriendo nuevos misterios a medida que la trama avanza. Esa persona comete errores, ríe, llora, ama algunas cosas, odia otras, es humano. Es como nosotros. Esa es la causa por la que rápidamente nos podemos sentir identificados, el cual sin duda es mi caso ahora mismo.

Esa sensación de alejarse de la cruel realidad disfrutando de la soledad de tus libros y tus pensamientos en un mundo que existe dentro de ti, al cual nadie más puede acceder. Es por esto por lo que amo soñar despierto, y las historias de los demás, ya sean reales o ficticias, me ayudan a ello.

Pero mi paz interior no podía durar mucho.

—Eh, ratón de biblioteca —musita Kelsey arrebatándome el libro de las manos.

—¡Oye, iba por la mejor parte! —me quejo, y me cruzo de brazos.

—Sí, eso me dijiste hace diez minutos —contesta frunciendo el ceño, yo ruedo los ojos en señal de abatimiento—. Ya que estás aquí, podemos disfrutar de un día a solas, ¿no crees?

Estaba tan concentrado en la lectura que incluso se me había olvidado que justo el día en el que comienza el mes de agosto, he decidido hacer una visita a mi novia.

Definitivamente esa historia consigue llamarme más la atención que las quejas de la castaña.

—¿Quieres disfrutar de mis encantos? —inquiero con una sonrisa pícara.

—Créeme, estaré encantada —me sigue ella tras captar la intención de mi pregunta.

Sus manos se colocan sobre mis hombros y yo la acerco más a mí agarrándola suavemente por la cintura, sin perder de vista esos ojos azules que brillan de una forma tan resplandeciente.

—Por favor, no haced cosas pervertidas delante mía, intento conservar mi salud mental.

Oh, también me había olvidado de su amable hermano.

—Anda ya, Ian, tú solo tienes envidia —le reprocho abrazando a mi novia, lo que consigue que el otro entrecierre los ojos como si me dijera que en realidad no se está perdiendo nada.

—¿Sabéis qué? Mejor me voy a mi habitación.

—¡Eso es justo lo que estaba pensando, hermanito! —grita Kel tan eufórica como siempre— ¡Hasta nunca!

Dicho esto, cierra la puerta de la sala de estar en sus narices, y sonríe volviendo a sentarse a mi lado, ignorando los insultos que el otro vocifera hacia ella.

—Bueno, ya que las interrupciones se han largado, por fin podremos estar tranquilos —dice esto tirando mi libro preferido a la otra esquina del salón, y siento que mi corazón se desgarra de mi pecho.

—¿Y qué vamos a hacer? —inquiero dando una última mirada a mi libro abierto y con alguna que otra hoja arrugada.

Si lo hubiera tirado por la ventana, juro que no hubiera perdonado su horrible acción.

Se mantiene en silencio por unos segundos, los suficientes para que yo vuelva a perderme en mis pensamientos, preso del aburrimiento.

—¡Ya sé! —grita emocionada, yo doy un salto en el sofá, estupefacto.

Júralo Por Mí [#UAI2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora