C a p í t u l o 55: "Matar el pasado"

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(Narrador Omnisciente)

La brisa soplaba fresca y suave, en contraste con el bullicio que caracterizaba a las transitadas calles de Nueva York. Kyle era uno de esas tantas personas en una misma acera, ajeno a las vidas del resto de los transeúntes. Como de costumbre iba perdido en sus pensamientos, realmente feliz de convivir con su novia y de gozar de tanta paz.

Pero él mismo sabía que esa tranquilidad no duraría demasiado.

Entre la multitud de personas desconocidas, sin embargo, reconoció una silueta que le heló la sangre. Se olvidó por completo de hacer la compra, atónito y desconcertado por un rostro que le resultaba familiar. Esos flamantes ojos azules terminaron por posarse sobre él, justo cuando estaba a punto de entrar en un supermercado.

—Vaya... —murmuró ella, quien conservaba una apariencia tan deslumbrante como de costumbre— Cuánto tiempo desde la última vez que nos vimos, Kyle.

El muchacho sintió demasiadas emociones negativas en tan breve lapso de tiempo. Su rostro se contrajo en una mueca de justificado desprecio. Por un momento tuvo ganas de marcharse y olvidar el fortuito encuentro con aquella señora, no obstante, sabía que la curiosidad atormentaría su mente hasta la saciedad.

—Karen —repuso Kyle en un tono de voz que demostraba una infinidad de rechazo—. Creí que al fin comprendiste las cosas.

—Y así es, querido —coincidió Karen con una sonrisa complacida que hizo sospechar al más joven—. Pero no volveré a insistir en ese tema. Solo quiero hablar contigo.

Kyle comenzaba a impacientarse. Una voz en lo más recóndito de su cabeza le reprochaba que debería haberse marchado, de manera que aquella mujer no tuviera la oportunidad de volver a inmiscuirse en su vida y, sobre todo, en la de Kelsey.

—No tenemos nada de qué hablar.

Estaba a punto de emprender el camino de vuelta a su hogar, pero una mano rodeando su muñeca con suavidad se lo impidió. Se permitió girar el cuerpo en dirección a su insistente suegra, que lo miraba con ojos suplicantes.

¿Dónde había quedado la maldad de esa persona? No lograba comprenderlo.

—Kelsey y tú estáis en verdadero peligro —advirtió ella, y por una vez pudo distinguir sinceridad en su mirada.

—No necesitamos los consejos de alguien que no supo ser una buena madre, muchas gracias —espetó el castaño con desdén.

—Kyle, escucha —insistió Karen—. Contándote los planes de Max estoy arriesgando mi cabeza, pero sé que merece la pena correr el riesgo. Confía en mí aunque sea unos minutos, por favor.

—Lo siento, pero la vida me enseñó a no confiar en los traidores —respondió él secamente—. Demasiadas veces, de hecho.

—Desde luego soy una persona detestable —admitió la más mayor—, pero estoy cansada de seguir esas estúpidas órdenes. Tan solo déjame decirte que...

—¿Por qué no renunciaste antes, entonces? —inquirió el joven, desconfiado— Me da igual lo que quieras decir, no pienso dejar que vuelvan a subestimarme.

—Vosotros sois quienes subestiman a esa pandilla de criminales —soltó Karen—. No tenéis ni idea de lo que se traen entre manos.

—¿Y piensas que te perdonaremos por ser una chivata? Tú no eres muy diferente de ellos, al fin y al cabo.

—Por eso estoy haciendo esto —afirmó ella—. Después de todo, no tengo nada más que perder. Mi marido me ha pedido el divorcio y he perdido la confianza de mis hijos. ¿Piensas que tengo otra opción?

Júralo Por Mí [#UAI2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora