C a p í t u l o 58: "Una familia destinada a estar unida"

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(Kyle)

El tiempo transcurre a una velocidad vertiginosa, y con él nuestros días de felicidad como una pequeña familia que está a punto de dar la bienvenida a un integrante especial. La verdad es que jamás en tanto tiempo me había sentido tan feliz como últimamente, y eso también parece influenciar a Kel, ya que ella ha vuelto a ser quien era antes de que todo esto sucediera.

Llegar a casa después de una ardua mañana de entrenamiento nunca había sido tan agradable como hoy, teniendo a Kelsey tras la puerta dispuesta a darme un abrazo mientras me regala una de sus hermosas sonrisas; aquellas por las que daría cualquier cosa.

—Hola, amor —la saludo tras besarla en los labios—. ¿Cómo has dormido?

—¿Cuántas veces me lo has preguntado ya? —replica ella divertida.

—Bueno, pensé que necesitabas una nana para conciliar el sueño —bromeo, cerrando la puerta detrás de mí.

—Lo que necesito es un masaje —dice ella posando una mano sobre su hombro izquierdo. La mirada que me lanza entonces asegura que más que querer el masaje quiere que me convierta en su sirviente.

—Eres una convenida —suelto sonriente.

—Estoy cargando con un engendro que cada día crece más y más dentro de mí —argumenta fingiendo estar indignada—. ¿Crees que eso no me pasa factura?

—Vale, vale, marchando un masaje express —La conduzco hasta la sala de estar posando mis manos sobre sus hombros, sin poder evitar sonreír por más que intento mantenerme serio.

Ambos nos sentamos en el sofá al mismo tiempo. Ella claramente no puede contener las ganas de relajarse un poco y cierra los ojos, cosa que yo aprovecho para comenzar a besar su cuello.

—¿Así es como tú das los masajes? —interroga riendo.

Sep —menciono, haciendo un recorrido de besos hasta su clavícula— ¿No te gusta?

—Cállate y sigue —contesta, lo que me resulta bastante divertido.

Pero claro, por conveniencias del destino, el irritable timbre suena una vez más y cuando estábamos a punto de llegar a la mejor parte. Suelto un gruñido, molesto ante la repentina visita, y por el rabillo del ojo puedo ver que Kelsey se divierte a mi costa.

Ni siquiera me molesto en mirar por la rendija a quien osa irrumpir en nuestra dulce morada (que básicamente es un apartamento de mierda), y no escondo una de mis más desagradables expresiones al abrir la puerta. Supongo que el mal humor y el desconcierto se intensifican en mi rostro cuando veo a quienes están deseando entrar.

—¿Mamá? ¿Papá? ¿Qué coño hacéis aquí?

Aww, mi pequeñín siempre tan agradable —comenta ella pellizcando mi mejilla, y por su sonrisa forzada podría decir que no me ha chocado contra la pared de puro milagro.

—¿Por qué no visitar a nuestro hijo y a nuestra nuera a su... lujoso hogar? —interviene mi progenitor lanzando una mirada rápida a la entrada.

—No había presupuesto para un lugar mejor —me excuso encogiéndome de hombros.

—¡Hola, Kelsey! —oigo que chilla mi madre, yo inevitablemente blanqueo los ojos al escuchar que las dos comienzan a gritar como si fueran mejores amigas que no se ven desde hace tiempo.

—Entra, anda —le digo a mi padre.

Después de los saludos y de las típicas preguntas sobre la salud y el dinero, dejo que mis progenitores se sienten en el sofá. Nosotros optamos por sillones, aunque yo al poco tiempo me pongo de pie como si no pudiera soportar el simple hecho de sentarme.

Júralo Por Mí [#UAI2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora