C a p í t u l o 34: "Esto es la guerra"

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(Kelsey)

Sin detenerme en ningún momento, sigo insultándome a mí misma mentalmente. Me insulto por ser tan cobarde, por ser tan miserable, por huir de los problemas en vez de hacerles frente. Ya tiré por la borda los esfuerzos de Kyle y ahora estoy despreciando su apoyo, ignorando esa fuerza que conseguí reunir después de tantos días de duda.

Tener miedo no es una opción. Debería destrozar todo obstáculo que se me interponga, pero no. En vez de eso, me encierro en el cuarto de baño como si esa fuese una buena idea. Sé que llamar a mi novio a estas horas es en vano, debido a que seguramente está en clases, pero yo he decidido escaquearme de clase justo el primer día en esta nueva universidad.

¿Cómo he podido caer tan bajo? ¿Qué fue de mi osadía?

Por séptima vez, pulso sobre el contacto del castaño, esperando a que coja mi llamada. No obstante, esos pitidos constantes tan molestos son lo único que escucho, los cuales dan lugar a una voz femenina que, como las veces anteriores, me comunica que este número no existe o está fuera de servicio, lo que me hace confirmar que Kyle tiene el teléfono móvil apagado.

Imbécil.

—Me cago en la puta... —suelto comenzando a desesperarme.

Todo en mi mente es un puto caos; pensamientos que vienen y van y me impiden pensar con claridad, algo que debería hacer en este momento. Suelto un bufido y me llevo las manos a la cabeza, suplicando en mi interior no volverme loca.

Ya que mi querido novio ni siquiera está dispuesto a mantener su celular encendido, tomo la desesperada decisión de enviarle un mensaje de la forma menos agresiva posible. Obviamente no entendería por qué coño le hablo de una forma tan evasiva, y su respuesta sería un ¿Qué? lleno de perplejidad.

Apresuradamente, logro mandarle un mensaje:
Kyle, llámame en cuanto puedas, por favor.

Bloqueo el móvil y lo guardo en el bolsillo trasero de mi pantalón, sintiendo cierta liberación. Me dejo caer en en suelo, y recogiendo mis piernas con mis brazos apoyo la barbilla sobre las rodillas, mirando directamente a la pared blanca que hay frente a mí. Un golpe seco resuena en todo el cuarto de baño, yo inconscientemente doy un respingo y ahogo un grito asustado.

Dudo por unos segundos, pero al final me decanto por ir a ver qué diantres ha sido eso. Sintiendo mi corazón en la garganta y teniendo mi agitada respiración como única banda sonora, abro lentamente la puerta para ver de reojo que Jaz está frente a ella, aguardando pacientemente a que le abra.

—¡Kelsey! —exclama al verme, emocionada.

—Joder, Jaz, me has dado un susto de muerte —le confieso posando una mano sobre mi pecho—. Creí que alguien intentaba matarme.

—Lo siento, es que suelo llamar a las puertas de esa forma.

—¿Con un golpe que por poco desencaja la puerta? —inquiero pasmada. Ella asiente decidida— Coño, pues sí que se pueden aprender cosas en un día.

Ella simplemente se encoge de hombros y me regala una sonrisa inocente, para luego volver a su semblante serio.

—¿Puedo preguntar por qué te encerraste aquí tan de repente?

«Acabas de hacerlo», respondo mentalmente, pero sé que eso no da ninguna información. Trago saliva y bajo la mirada, agarrando la parte inferior de mi camisa con mis dos manos sudorosas.

—Pues... eh... es algo estúpido, la verdad —Ella arquea una ceja y se cruza de brazos, aguardando a mi verdadera contestación—. Pero no es nada, no te preocupes.

Júralo Por Mí [#UAI2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora