C a p í t u l o 25: "Conversaciones profundas"

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(Kelsey)

Cuando consigo darme cuenta, estoy en la moto de Kyle, agarrando con fuerza su cintura y apoyando mi cabeza sobre su espalda. Alzo la mirada un momento y lo veo mirando al frente, concentrado en el camino que tenemos por delante. No puedo ver su expresión debido al casco, pero ya puedo deducir que está frunciendo el ceño clavando los cinco sentidos en la carretera.

Sintiendo la suavidad de la brisa en mi rostro, observo nuestro alrededor sin fijarme demasiado en los detalles. En vez de eso, me dedico a pensar en lo horrible que estoy ahora mismo. Tan grande ha sido la sorpresa de mi novio, que he terminado saliendo a la calle con una camiseta de tirantes, unos shorts desgastados y... chanclas. Además, mi cabello está suelto y demasiado despeinado, además de que al menos podría haberme pintado los labios.

Lo voy a matar.

Sin embargo, él me dice constantemente que un vestido caro y maquillaje de primera calidad no son más que envoltorio exterior. Aunque admito que me da un poco de vergüenza, él prefiere verme tal y como soy. Sin un cabello perfecto ni ropa de última moda, sin sonrisas falsas o cosas que jamás diría. Me pide ser yo misma, al igual que él está intentando vencer su inseguridad enseñándome todo sobre su persona.

Despierto de mi repentina inconsciencia mental cuando el vehículo se detiene en uno de los aparcamientos disponibles para motos. Kyle se quita el casco y, aún sin levantarse de la parte delantera de la moto, me sonríe tiernamente.

—Eh... ¿puedes explicarme a qué viene esto? —inquiero arqueando una ceja.

—Espera y lo verás —es lo único que me dice tras ponerse de pie.

—¡Oye! ¡Esa no es una respuesta! ¿Me escuchas? —mis gritos parecen ser en vano, porque sin ni siquiera mirarme comienza a caminar hacia a saber dónde— ¡No me ignores, imbécil!

Llamar la atención del gran Kyle Adams es imposible, obviamente. Cuando algo se le mete en la cabeza no para hasta conseguirlo. Y después soy yo la testaruda...

—Deja de hacer el ridículo y aprende a ser paciente —comenta con voz neutra.

Oh, y habló el sabio.

Yo me cruzo de brazos y le doy una patada, intentando llamar su atención una vez más.

—¡Oye! —exclama dolorido— ¡No seas pesada!

Obviamente esto lo dice con el propósito de insultarme, pero yo me considero tan extravagante que me tomo su ofensa como un halago.

—¡Pesada es mi segundo nombre! —grito molesta.

—Sí, eso ya lo he podido comprobar —espeta blanqueando los ojos.

—¡Dime a dónde vamos! —insisto llamando la atención de algunos transeúntes.

—Joder, Kelsey, espera a que lleguemos. No vamos a ir a robar un banco ni nada por el estilo.

No objeto palabra alguna en lo que queda de camino. En vez de eso, sigo preguntándome por qué ha querido verme tan de repente y qué es ese sitio tan secreto al que me quiere llevar. Es más, ¿por qué querría hacerlo tan de repente?

—Antes de que te hagas ideas extrañas —comienza a hablar como si hubiera leído mis pensamientos—, no vamos a ir a un sitio totalmente nuevo. Simplemente uno de mi agrado.

Ahora que lo pienso, en lo que llevamos de relación nunca me ha dicho sobre algún sitio en concreto de la ciudad que llame su atención. Supongo que será en relación a sus preferencias, por lo que me espero un sitio más o menos tranquilo en el que podremos disfrutar de la soledad y el ambiente relajante que nos rodea.

Júralo Por Mí [#UAI2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora