C a p í t u l o 42: "Hundido en la miseria"

728 63 9
                                    

(Kyle)

Llamo una vez más al teléfono de Kelsey, esperanzado por lograr al fin saber algo de ella. Pero nada. Vuelve a mandarme al puto buzón de voz.

Dejo escapar un bufido y no puedo evitar lanzar al suelo una libreta, tal vez con más agresividad de la que esperaba. Me tumbo bruscamente sobre mi cama, dejando mi móvil encima de la mesita de noche, y Konny acude a mi encuentro lamiendo mi mejilla como muestra de cariño.

Abrazo a mi perro mientras me pierdo en mis pensamientos, cada vez más desesperado. ¿Y si le ha pasado algo y yo no soy consciente de ello?

Bajo la mirada a mi muñeca para ver la hora en mi reloj digital, el cual marca las cinco y media. Me parece increíble que haya estado una hora entera llamando a mi novia y que ella simplemente ignore toda llamada que lleva mi nombre.

No es la primera vez que esto ocurre. De hecho, Kelsey lleva así más de siete días, pasando de mis mensajes y perdiendo mis llamadas. No sé nada de ella por más que le pido a mis amigos que intenten contactarla, simplemente porque ellos tampoco encuentran señales de vida por su parte. Y esto me está consumiendo de tal forma que no puedo concentrarme en absolutamente nada.

Salgo de mi habitación al fin, dispuesto a relajar mi mente viendo alguna serie en la televisión. Pero la mirada seria que mi hermana me lanza cuando me ve entrar en la sala de estar impide que mi conciencia permanezca tranquila.

—No habrás vuelto a llamar a Kel, ¿no? —inquiere ella con firmeza, supongo que esa es su forma de mostrar preocupación por mí.

—No —miento secamente.

Ella suspira y lleva una mano a mi hombro, tal vez como muestra de consuelo. Pero lo único que me consolaría ahora mismo sería tenerla frente a mí, ver su hermosa y reluciente sonrisa una vez más.

—Kyle, no te preocupes tanto, seguro que solo está ocupada.

—¿Ocupada las veinticuatro horas del día durante más de una semana? Eso no puede ser posible, Emily —la contradigo irritado, y tomo las llaves de casa antes de abrir la puerta de la entrada—. Voy a dar un paseo.

Cierro la puerta detrás de mí con un golpe seco, y al salir al exterior no dudo en perderme entre la muchedumbre, caminando por una de las tantas transitadas aceras de la ciudad. Mientras tanto voy mirando las vitrinas y los rostros felices de la gente, totalmente contrastantes con el mío. La temperatura ya comienza a subir en comparación con los grados que se presenciaban hace un tiempo, debido a que el comienzo de la primavera se muestra ahora con la calidez de los primeros días de mayo.

Contemplo al máximo detalle los pasos cortos y rápidos que dan mis piernas, demostrando lo mucho que deseo escapar de esta situación. Pensamientos vacíos saturan mi mente, tal vez buscando una excusa creíble por la que mi novia no ha vuelto a dirigirnos la palabra, pero no encuentro ningún motivo convincente que logre dar con la solución a esta gran interrogante que de alguna forma está acabando con mi paciencia.

Observo con detenimiento el anillo de plata que adorna mi dedo anular, aquel que junto el de Kelsey di como regalo a nuestro noviazgo en sí. Poco después, ella me regaló un colgante de oro con una foto de nosotros en su interior, según indicaron sus palabras, «para poder sentir los lazos de nuestro amor pese a la distancia». Y es que hasta hace poco podía soportar nuestra inevitable separación, si a cambio tenía la oportunidad de escuchar su voz por nuestras eternas videollamadas. Pero ya no recibo ni un miserable Hola, ya extraño oír lo mucho que odia a su profesor y lo consumida que le tiene esa universidad, o tal vez el simple hecho de ser una verdadera universitaria.

La echo de menos. Quiero volver a saber de ella. ¿Qué ha sido de nosotros ahora que ella parece estar desaparecida? ¿Y qué será de mí con más soledad como compañía?

Júralo Por Mí [#UAI2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora