Capítulo 2 (Editado)

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POV Klaus

Había pasado todo el día revisando que todo estuviera tranquilo y normal en el barrio Francés. Y así lo estaba, excepto por algunas brujas que me causaron mínimos problemas.
Al llegar a mi hogar, vi como mis hermanos se encontraban exaltados y discutiendo entre ellos. Intenté escuchar su conversación. Pero ya me habían oído llegar, por lo que hicieron silencio al instante.
Eso sólo podía significar una cosa. Estaban hablando de Kira y por como lo hacían, comencé a preocuparme. Sus semblantes eran serios y llenos de preocupación.

-¿Qué sucede?- pregunté, aunque no estaba seguro de si iban a responderme.

-Como si fueramos a contarte algo- contestó mi hermano menor con molestia.

Hoy se lo veía más enojado que otros días y eso era algo realmente malo para todos. Definitivamente se trataba de algo sobre mi Hechicera e iba a descubrir que sucedía cueste lo que cueste.
Los tres se levantaron y salieron de casa. Tuve la idea de seguirlos, pero la descarté al instante. Tarde o temprano me iba a enterar que sucedía.
Me encerré en mi estudio de Arte y comencé a pintar nuevamente el rostro de mi amada. Como hacía cada vez que tenía un mal día. Ya que no podía verla realmente, me distraía pintando sus delicadas facciones, las cuales tanto extrañaba.
Para cuando terminé, afuera ya era de noche y mis hermanos habían vuelto a casa, más nerviosos de lo que se fueron. Podía escuchar como Elijah no se quedaba quieto, como Kol maldecia al mundo entero y como Rebekah sollozaba bajito.
Bajé las escaleras y me acerqué a ellos. Necesitaba saber que demonios sucedía, me preocupaba el estado en que se encontraban.

-¿Qué demonios está sucediendo?- grité.

Necesitaba saberlo. Había solo una persona en el mundo que era capaz de poner a mis hermanos de ese modo. Y esa persona es mi amada pelirroja.

-No te interesa- me gritó Kol.

-Ya me cansaste, Kol- dije golpeando su rostro.

Desde que me había equivocado enormemente con Kira, mi hermano me odiaba todavía más que antes. Sólo se dedicaba a molestarme y gritarme todo el tiempo el error que había cometido. Pero ya me había cansado.
Me devolvió el golpe con la misma fuerza y empezamos una fuerte pelea.

-Ya basta- dijo Elijah empujando a ambos- ¿Quieres saber que sucede? Te lo diré. Pero no te entrometerás-

Asenti con la cabeza, para que procediera a decirme que sucedía.

-Kira está muriendo-

Mi corazón dejo de latir y un tremendo pánico me paralizó el cuerpo. Ella no podía morir. Eso no podía estar pasando. Caí de rodillas al suelo y pude ver como una lágrima se deslizaba por la mejilla de mi hermano.

-No- susurré- eso no puede estar pasando-

-Llegará aquí mañana, con Damon- me avisó mi hermano mayor- y no vas a entrometerte-

Claro que lo haría, más cuando iba a llegar con ese asqueroso vampiro de pacotilla. Mi mente comenzó a reproducir un millón de recuerdos vividos con ella. No podía morir.
Yo apenas lograba sobrevivir sabiendo que estaba lejos de mí. Si moría, encontraría la forma de seguirla al otro lado.

-Una cosa más- dijo Kol- está inconsciente. La única diferencia con la muerte es que su piel es de color normal. Pero su corazón no late y tampoco respira- agregó afligido.

A velocidad vampírica, salí de mi casa. Necesitaba aire y pensar en todo esto.
Los últimos seis meses habían sido horribles. Pero nada se comparaba a lo que sentía en éste momento.
Ojalá pudiera regresar en el tiempo, siete meses atrás. Donde eramos felices, sin problemas y estábamos juntos.
Me dirigí a la casa de Marcel, quien era el único que escuchaba mis problemas existenciales en este momento. Necesitaba desahogarme.

POV Damon

Estaba a punto de llegar al aeropuerto de Nueva Orleans. La preocupación me recorría las venas como ácido, quemando todo a su paso. No había podido pegar un ojo en todo el viaje, pensando en todas las posibilidades de salvar a mi pequeña novia.
En cuanto aterrizamos, hipnoticé a un par de personas para llegar a un antiguo departamento que tenía aquí. Sin que nadie viera el ataúd que llevaba conmigo.
Llegué al lugar y antes de llamar a los Originales, abrí el féretro y vi a mi Luz, allí acostada. Parecía dormida y en paz, pero yo necesitaba con urgencia que despierte. Lo volví a cerrar y tomé mi teléfono para llamar a Kol.

-Llegué- le dije en cuanto respondió.

-¿Dónde te encuentras?- preguntó impaciente.

-Un departamento al lado de Rousseau's-

-En un momento estamos ahí- dijo para luego colgar.

Al mismo instante, golpearon la puerta del departamento. La abrí, dejando ver a los tres Originales con rostros llenos de preocupación. Entraron y se quedaron mirando el ataúd.
Kol se acercó y acarició su rostro con ternura. Pude notar algunas lágrimas que caían de sus mejillas.

-¿Como sucedió?- preguntó el mayor, intentando mantener la compostura.

-Ayer se cumplieron seis meses desde que huimos de Mistic Falls- comencé a explicar- Kira estaba más distraída y triste de lo normal, por lo que me dediqué a distraerla durante todo el día. En la noche, salimos a cenar y todo iba muy bien. Hasta que cuando nos retiramos del restaurante, cayó así como la ven, al suelo. Sin latido, ni respiración-

-Algo debió haber sucedido. Necesitamos que una bruja de confianza la vea- dijo la rubia.

-Tenemos uno- solté antes de que decidieran traer a un desconocido- es Harry, el cuñado de ella. Solo debemos llamarlo y vendrá-

Se miraron entre ellos y al final accedieron a llamar al cuñado brujo de mi Luz.
Saqué mi teléfono y marqué su número. Luego de algunos segundos respondió.

-¿A que debo tu llamada, ojos azules?- preguntó- ¿y porque Kira no responde a las mías?-

-Por eso te llamo, Harry. Algo sucede con Kira, debes venir a verla. Estamos en Nueva Orleans-

-En este momento salgo para allá. Nos vemos en la mañana temprano- dijo para luego cortar.

Nos miramos entre todos y podía sentir como el lugar estaba lleno de tensión. Nadie entendía que sucedía. Pero creo que todos sospechamos que quien estaba detrás de todo esto era la perra de la madre de Kira.
Sólo nos quedaba esperar al brujo y que cierto híbrido Original no se entere de nuestra "visita" a su ciudad. Estaba seguro de que eso era imposible, ya que siempre se enteraba de todo lo que sucedía a su alrededor.

Hechizados- Nicklaus MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora