Capítulo 28 (Editado)

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POV Kira

La hora del gran baile había llegado y yo seguía tan nerviosa como si fuera la primera vez.
Becks había elegido mi ropa para hoy y tenía que admitir que era muy buena en lo que hacía.
El hermoso vestido color vino, descansaba sobre mi cama, junto a los altísimos zapatos negros y sus respectivos accesorios.

Con un pequeño truco de magia, todo ya estaba sobre mí

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Con un pequeño truco de magia, todo ya estaba sobre mí. Mi querida Original ya me había maquillado y peinado. Sí me atrevía a desacomodar algo de su sitio, iba a matarme.

-Eso es trampa- escuché a mis espaldas.

-¿Que haces aquí?- pregunté rodando los ojos.

-Te debo una disculpa que nunca te di-

-Es algo tarde, ¿No crees, Damon?- pregunté desconfiada por su actitud.

-Todavía se me hace raro escucharte decir sólo mi nombre- dijo triste- pero no. No es tarde para hacer algo bien, por primera vez en la vida-

-Esta bien. Voy a escucharte, pero no puedo prometerte que voy a perdonarte. Por lo menos no ahora-

Sonrió levemente y se acercó hasta tomar mi mano.

-Te debo varias disculpas, pero empecemos por la más importante. Te pido perdón por no dejarte decidir sobre que querías hacer con tu vida. Al matar a Kol te empujé a irte del pueblo, te perdí y perdí a Elena. Todo por mis malditos impulsos- dijo a la vez que se iba enojando más consigo mismo.

-Tranquilo- susurré haciendo dibujos en su mano para que se calme.

Sonrió un poco y se quedó pensando en las palabras que iba a decir.

-No tendría que haber armado un plan para matar a Kol, Luz- susurró bajito- pero sobre todo no tendría que haber tomado decisiones por ti, merecías equivocarte si querías. Y yo tenía que acompañarte, como había hecho desde siempre-

Una lágrima cayó por su mejilla, al igual que por la mía. Miles de recuerdos juntos pasan por mi mente y sé que no son míos, sino suyos. Al estar en contacto con su piel puedo ver lo que piensa y es bastante triste.

-No debí poner a Elena sobre ti, menos cuando estaba fuera de peligro. Sabía que Nicklaus no haría nada que pudiera lastimarme, porque tú no se lo perdonarías jamás. Pero aún así lo hice y te perdí desde ese momento- cada vez lloraba más y de vez en cuando yo me dedicaba a limpiar sus lágrimas.

-¿Puedes perdonarme, Dulzura?- dijo en un suave susurro.

-Puedo, pero empezaremos de cero. No pienses que va a ser tan fácil- exclamé en un susurro igual al suyo.

Hechizados- Nicklaus MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora