CAPÍTULO 10: "En coma"

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Narra Thiago:

No puedo evitar tirar el celular al piso nada más cortar la llamada. Pego un grito y todos en la clase me miran:

— ¿Thiago... Qué pasa? — me pregunta Jaz agarrándome de la mano.

— Mi papá, ha tenido un accidente — me levanto de la silla y salgo de la clase. Me apoyo en la pared del pasillo y me pongo a llorar. Por eso he salido de la clase, porque no quería que nadie me viera llorando. Cuando empezaba a amarlo de verdad... Tiene que pasarle esto.

Rama, Tacho y Jaz salen también de la clase. Atrás de ellos, sale Nacho.

— ¡Man! ¿Qué pasa?

— Nacho, su viejo ha tenido un accidente — dice Rama poniendo una mano sobre mi hombro. Me duele, me duele mucho todo esto. Mi papá, adoptivo, pero mi papá. Yo le estaba amando... Poco a poco él estaba cambiando para bien. Ahora no, ahora no tenía que haberle pasado esto.

— ¡TODO ES UNA PUTA MIERDA! — grito.

— Thiago, calma — dice Tacho —. Voy a pedir una autorización de salida. Creo que todos debemos estar con Thiago ahora mismo.

— Llamá antes a Tina. Así llama al colegio y nos dejan salir.

— Creo que mi viejo puede venir a buscarnos a esta hora — dice Nacho mirando su celular.

— No Nachito, déjalo. Tu viejo puede ser otro problema acá. Anda a clase — dice Tacho.

— Perdón man, pero Thiago y yo somos amigos desde los 7 años. Y yo también tengo derecho a estar con él en esta situación. Necesita mi apoyo.

—Bueno, pero tu viejo no hace falta que esté acá — los chicos no se llevan muy bien con el Juez Pérez Alzamendi, el papá de Nacho. Por un problema que tuvieron durante las dos semanas de la escuela de verano, en la fiesta final. Rama robó un auto mientras estaba borracho, y justo, Nacho estaba con él. El papá de Nacho, al enterarse se enojó mucho. Y desde entonces, el Juez le prohibió a su hijo que viniera con los chicos. Aunque él también fue el que hizo que Rama y mi viejo, su tutor, no tuvieran problemas con la justicia.

Nacho revolea los ojos. De repente mira a la derecha, y todos miramos a la derecha. Es Tina. Acompañada de Malvina, Nico, Mar y Brunito. Ellos también se han enterado ya.

Al verme, Mar corre hacia a mí y me abraza fuerte. Ella tiene los ojos llorosos:

— Se va a poner bien, te lo juro.

Noto que Bruno está inquieto. Le doy un beso en la sien y se lo sacó a Mar de los brazos cuando deja de abrazarme:

— Hijito mío... Tranquilo, el abuelo va a estar bien. Te lo juro pequeño, de verdad.

— Pedí la autorización de salida. Vamos todos al hospital ahora — dice Tina con voz firme. Sé que por dentro está muy triste. Pero no quiere preocuparnos más.

No sin antes recoger a Monito y Alelí, salimos del colegio. Nico nos lleva a Malvina, a Mar, a Brunito y a mí en el auto. En uno de los taxis viajan Tina, Alelí, Monito y Jazmín, y en el otro Tacho, Rama y Nacho. A los 15 minutos llegamos al hospital. Tina paga ambos taxis y entramos en el enorme edificio. Caminamos rápidamente hasta la recepción.

La chica se asombra al ver a tanta gente:

— ¿Bartolomé Bedoya Agüero? — pregunta Tina.

— Está en UVI. 2º planta. Allí el médico los va a informar de todo. A las 12 pasa visita, pueden entrara a verle dos personas.

— Gracias señorita — digo.

Algunos por las escaleras y otros por el ascensor, subimos a la 2º planta. Un doctor nos para nada más llegar:

— ¿A qué paciente vienen a ver?

— Al señor Bedoya Agüero. Es mi papá — respondo.

— Pasen a la sala de espera, ahora mismo estoy con ustedes.

— Gracias.

Todos entramos en la sala de espera y nos sentamos por los sillones de manera dispersa. Bruno y Mar están a mi lado. Ellos son los que más falta me hacen en este momento.

— Thiago... — me llama Mar.

— ¿Si? — la miro.

— Sé que le querés. Mucho. También sé que quiere mucho a Bruno.

— Sí, nos quiere mucho. Estaba cambiando Mar — de vuelta, las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas —, estaba cambiando y justo ahora... Cuando no tenía que pasar.

— ¡Oh no! No llores — Mar vuelve a abrazarme con un brazo mientras que con el otro sujeta a Bruno.

De repente, el médico aparece por la puerta:

— ¿Familiares de Bartolomé Bedoya Agüero?

Me separo de Mar y rápidamente me levanto:

— ¡Yo! Bueno, todos nosotros — ve que estamos solos en la sala de espera. Ni me había dado cuenta.

— El paciente está en coma.

— ¡MIERDA! — grito.

Tina viene corriendo hacia a mí y me sienta en el sillón. Después de ella llegan Malvina y Nico también para consolarme.

— No le agobien mucho, podemos traerle un tranquilizante — comenta el médico —, ¿es el hijo verdad?

— Sí doctor — responde Tina.

— Voy a por él. En verdad no sabemos cuanto tiempo va a estar en coma... Pueden ser días, semanas, meses... O incluso años.

Joder... Joder...

— Lo recomendable sería ir buscando a alguien para que administre sus bienes. Un representante legal.

— Sí, tiene un hogar de huérfanos doctor — dice mi tía Malvina.

— Con más razón entonces. Una persona seria, con responsabilidad. Y mayor de edad por supuesto.

Miro a Tina. Ella es la indicada.

— Ah no Thiago... Yo no sirvo para administrar nada.

— Emm... Creo que yo... Si no les molesta — interrumpe Nico. ¿Nico?

— Claro, Nicky es la persona indicada. Sabe como llevar propiedades — dice Malvina —. Además es mi futuro marido.

— Creo que el señor Bauer es la mejor opción — señala Tina.

— Entonces queda solo hacer los trámites. Para las primeras visitas que se preparen dos personas... ¡Ah! Por cierto, el bebito no puede pasar. Por ahora. Básicamente por las enfermedades, es el protocolo. En planta ya sí que puede.

— Gracias doctor — digo, algo más tranquilo.

— Y ahora te subo el tranquilizante.

— Gracias.

Vuelvo a abrazar a Mar y ella me sigue el abrazo. Con cuidado, también incluyo a Bruno. Los necesito... Muchísimo.

Padres Adolescentes 2 - Continúan los problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora