CAPÍTULO 16: "Seducción"

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Narra Thiago:

¿ Y si Tefi tenía razón? ¿Y si de verdad Mar no era la que me convenía, y había estado equivocado todo este tiempo? Siempre había sabido que Mar era una chica muy diferente a mí, pero me gustó desde la primera vez que la vi. Era distinta a las demás chicas a las que había conocido, distinta a Dolo, distinta a María (otra de las chicas de mi clase).

Mar tenía algo más que el resto no tenía. Tenía un corazón bueno, hermoso... Con mucho amor que dar. Y por eso la quise desde un primer momento, y nunca dejaré de amarla, pero tal vez, ella no era la verdadera mujer de mi vida. Tenía que descubrirlo.

— ¿Qué pasa Thi? — me pregunta Tefi jugueteando con su pelo y sonriendo —. ¿Te quedaste pensando?

— Y sí... Sobre Mar, sobre mi futuro.

— Claro — ella se acercó —. Tenés que hacerme caso, ella no te conviene.

¿Por qué se está acercando? ¿Qué la pasa? Las manos empezaron a transpirarme, estaba muy nervioso.

— Emm, bueno...

Me da un beso en la frente y me levanto, después la miro con el ceño fruncido:

— ¿Qué mierda hacés?

— Nada nada, tranquilo — ella sonríe aún más —. Está todo bien, no te preocupes.

— Anda a dormir, a tu cuarto. Yo quiero estar solo.

— Bueno, ya me voy. Chau, descansá... Thiago.

¿Soy yo o Tefi quiere algo más que una amistad conmigo?

-...-

Narra Jaz:

Tacho había cerrado la puerta con llave, con la excusa de así hablar más tranquilos, pero yo en verdad no tengo nada de lo que hablar con él.

— Jaz, ¿no podemos hablar?

— ¿Qué? ¿Por qué tantas vueltas? Si te gusto ve de frente.

— Es que tengo miedo a hablarte de algo.

— ¿De qué? ¿Es algo malo? ¿Te gusto? Yo creo que eso no es una cosa mala, no es una enfermedad.

— Bueno, sí. Ya está. Lo diré: estoy enamorado de vos, y creo que vos también de mí, ¿o me equivoco?

— ¿Yo? — pregunto. ¿Yo? Bueno, si tengo que elegir a uno de los chicos del hogar, me quedo con Tacho, pero porque Thiago está de novio y es padre, y a Rama no le veo más que como a un amigo.

— Sí, vos. Me encantás Jaz, y yo siento que también te gusto.

Mi corazón palpita fuerte, más fuerte que nunca: más fuerte que cuando vi como estaban matando a mis papás, que era la vez en la que más rápido había palpitado. Me pongo de los nervios, y tan roja que hasta en la oscuridad se pueden vislumbrar mis colorados cachetes.

— ¿Qué te pasa?

— Nada. No hablemos más del tema.

— ¿Estás bien? ¿Jaz?

— Tranquilo, estoy bien. No es nada, calmate — y aunque algo me impulsa a decirle algo más, no lo hago. Porque de haberlo hecho me hubiera arrepentido. No quiero parecer cualquier cosa.

Pero un calor empieza a inundar mi cuerpo. Mi cuerpo quería que su cuerpo estuviera pegado al mío.

Me acuesto en la cama un poco mareada. Él se acerca a mí y se sienta a mi lado. Me acaricia toda la pierna con una dulzura absoluta. Puedo ver como me miraba fijamente, con esos dos ojos azules que me matan.

— ¿Estás bien?

— Solo estoy un poco mareada — finjo en aquel momento estar mareada, pero en realidad estoy abochornada por la situación. Abochornada y impulsada a hacerlo con él por primera vez. No entiendo lo que en ese momento lo que siente mi cuerpo. Si hacerlo con él o dormir juntos toda la noche. No tengo ni idea.

No se queda quieto, sino que en vez de seguir sentado a mi lado, me dice:

— Movete de sitio — me dice, impulsándome lentamente con las manos, con mucha delicadeza, la mayor delicadeza del mundo, como si fuera una muñeca de porcelana, de colección, de esas tan caras —. Hasta que no te mejores no me voy — se recuesta a mi lado.

— ¿Qué hacés Tacho?

— Quedarme con vos. Hasta que no se te pase el mareo no me voy.

— Vete a dormir. Si Nico, Malvina, o Tefi o cualquiera de los chicos me ve con vos, me van a retar.

— Están todos durmiendo, no se van a enterar de que estamos juntos. y la puerta está cerrada, si Tefi quiere dormir tendrá que hacerlo en el cuarto de Alelí.

¿Juntos? Entre él y no hay ni distancia, calculo que medio centímetro entre nuestras cabezas. Perfectamente me llega su aliento a pasta dentífrica, supongo que a él le llega mi aliento nocturno, pero no le importa, porque cada vez está más y más cerca.

— ¿Sabés que tengo mucho calor? — me pregunta acariciándome la cintura.

— Tacho, ¿qué hacés?

Pero ese hacés termina en beso. La situación es muy clara, y no voy a describir nada más, solo que ese beso lleva a otro, y ese a otro y así. Y yo no me niego en ningún momento, le sigo su juego, como si de su esclava se tratase. El bochorno se me quita con tanto beso. Se saca el pijama, y yo me saco el mío. Se quita la ropa interior y me desabrocha el corpiño. Lo peor vino cuando yo me quito la bombacha inconscientemente, bueno, "inconscientemente". Estamos ya los dos desnudos y Tacho está encima de mí cuando simultáneamente siento placer y una opresión en el pecho, una angustia mortal, algo que es muy nuevo para mí y que duele. Me estoy equivocando con todo. Se da cuenta. Para, me mira. Me pregunta por qué lloro. Las lágrimas me han delatado, pero quiero seguir. Me siento horrible, pero él me seca las lágrimas y me dice que siempre me va a querer, que nunca va a dejarme sola por muchas cosas que pasaran... Y yo le creo, sin pensar en nada más.

Padres Adolescentes 2 - Continúan los problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora