19. "Él no es buena persona"

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19.

Narra _____________.

Abrí los ojos pesadamente, me toque delicadamente una de las mejillas y sentí algo pegajoso, las lágrimas secas después de una siesta. Me levante y me mire al espejo: ojos rojos e hinchados, mejillas con lágrimas secas estampadas en ella. Abrí un poco la llave del lavamanos, recogí un poco de agua con mis manos tratando de hacer como una canastita y me restregué el agua en la cara, borre todo rastro de llanto y respire profundamente. Salí cautelosamente del baño, no había sido un sueño, todo seguía igual, recordaba todo lo que había pasado anteriormente a mi siesta, por más que mi mente intentara recordar todo como un simple sueño, no era posible hacerme esa idea.

Me recosté en la cama mirando hacia el techo y con mis manos cruzadas y posadas en mi vientre. Varias ideas cruzaban por mi mente… ¿Qué pasaría si hubiera nacido dentro de otra familia? ¿Otra nacionalidad? ¿Tener otro nombre? ¿Seguiría siendo yo? Preguntas estúpidas e ilógicas rondaban en mi mente haciéndome reflexionar de varias cosas sobre mi vida, ¿Qué pasaría si no hubieran secuestrado a mi madre? ¿Si Ryan nunca se hubiera involucrado con narcotraficantes? Seguramente yo estuviera ahorita en mi casa escuchando música, mientras mi madre en la cocina preparaba la comida, y Ryan se iba con Liz a besarse y esas cosas de novios que jamás entenderé. Pero, el ‘hubiera’ no existe… La vida es hoy, ¿no? De tanta reflexión me hizo pensar algo, ¿Qué estaría haciendo mi padre ahora? Paseando con su nueva familia, besando a su nueva esposa y compartiendo sonrisas con sus hijos, sus queridos hijos. O tal vez este… muerto, así como lo estuvo el día que se fue de nuestro lado, si el volviera jamás lo perdonaría, ¿Por qué iba a hacerlo? Él no se preocupó por nosotros, yo no me tengo que preocupar por él, se largó, formo una nueva familia sin nosotros, su verdadera familia, a la cual él nunca quiso. Pequeñas lagrimas salieron de nuevo, las desaparecí bruscamente, nadie se merecía mis lágrimas ni mi padre, ni Jason, ni nadie, a partir de ahora no lloraría por nadie, seria fuerte, irrompible, inquebrantable.

Salí de la habitación con la mirada perdida, no quería encontrarme a Jason y hacer que le pida una disculpa, simplemente lo ignoraría. Baje las escaleras, no lo encontré por ninguna parte. Entre a la cocina y no estaba nadie tampoco, genial. Tome un plátano, lo abrí y empecé a devorarlo. Escuche un ruido que provenía de la puerta trasera, la observe y Amelia entro por ahí. Antes de que empezara a hablar, dije:

—Amelia por favor, no estoy de ánimos para reproches, estoy bien.

—No te iba a reprochar, solo a decirte que los dos hicieron mal—aseguro.

—Eso lo sé. Me duele demasiado la cabeza —susurre quejándome— por cierto, ¿Dónde está Jason?

—Salió, me dijo que haría unas cosas.

— ¿Qué cosas?... No, sabes que, mejor ni me digas, no quiero saberlo—hice una mueca de dolor.

— ¿Te duele mucho? ¿Necesitas una pastilla? —asentí con otro quejido. Ella se levantó de la mesa y se dirigió a uno de los estantes, removió algunos recipientes y saco de uno de ellos una caja. —Toma una—me paso un vaso con agua, me trague la pastilla y bebí un poco del líquido transparente.

—Gracias—murmure.

—De nada _________—sonrió leve, acaricio mi cabello maternalmente mientras seguía tomando agua. — ¿Por qué no vas a tu habitación y descansas un poco?

—No, no tengo ganas—dije con la voz débil.

—Anda, te hará bien—me dio un pequeño empujoncito para levantarme, me levante de la silla.

—Está bien—murmure rendida y salí de la cocina.

Al subir las escaleras Jason venia bajando, quería ignorarlo pero mi mente decía otra cosa. Subí un escalón y al instante nuestras miradas se cruzaron a la rapidez de una ráfaga de viento. Era increíble como las miradas profundas de Jason era tan adictivas que podían nublar mi mente en tan solo un segundo, era confuso e ilógico pero cierto, tenía que admitirlo.

“Ignóralo ___________, ignóralo, no dejes vencer tu orgullo y dignidad” esas palabras se repetían cada segundo en mi mente, mi cuerpo seguía inmóvil; trate de caminar algunos pasos pero la fuerza de su brazo en mi cintura hizo que frenara el paso.

— ¿Quién te dio permiso de salir de la habitación? —susurro frio, lo único que me faltaba, ahora quería restringir mi libertad.

—Nadie, ¿algún problema? —respondí de la misma manera, trate de intimidarlo con mi mirada, imposible.

—Vete a tu habitación ahora mismo—fruncí el ceño molesta, no tenía ningún derecho sobre mí como para mandarme, estúpido idiota.

— ¿El? ¿Ser buena persona? Si claro, y yo vivo feliz en esta casa —susurre para mí misma audible para Jason, oí como chistó y bajo las escaleras rápidamente. Subí hasta mi recamara, al abrir la puerta me encontré con una gran sorpresa que hizo que me quedara helada.

El destino ya estaba escrito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora