17. "Sudé por los ojos"

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17.

Me pare de la mesa, recogí los dos platos y entre a la cocina. Vi a Amelia, deposite los platos sucios en el fregadero, cuando me disponía a lavarlos la voz de Amelia me detiene.

—    ________, deja eso, yo los lavo después—ordeno, asentí y la voltee a ver.

—    Tú me dijiste que teníamos una plática pendiente— le informe.

—    Si, lo sé, perdón por causar otra pelea más entre Jason y tu, no fue mi intención— murmuro apenada.

—    De todas maneras aunque tú no hubieras estado ahí hubiéramos peleado, Jason y yo jamás nos llevaremos bien— asegure haciendo una mueca.

—    ____________, no digas eso, tal vez en un futuro hasta sean novios—sonrió y yo la mire incrédula.

—    ¡Sí! ¡Y vamos a tener muchos hijos y vamos a ser felices para siempre! —dije sarcástica— Amelia, sabes que eso nunca pasara.

—    Nunca digas nunca— sonrió divertida.

—    Pues si digo ‘nunca’, porque Jason y yo nunca estaremos juntos, somos completamente diferente, nos odiamos mutuamente— resalte la palabra ‘nunca’, ¿Jason y yo? Ni loca.

—    Del odio al amor solo hay un paso— susurro inaudible.

—    ¿Qué dijiste Amelia? —pregunte curiosa.

—    Nada ___________, nada.

—    Está bien—dije casi convencida— Oye, ¿de qué querías hablarme?

—    De nada en especial, ¿Cómo te sientes hoy? — pregunto dulcemente, hice una mueca.

—    Pues bien y mal—dije cabizbaja.

—    ¿Y eso porque? —murmuro comprensiva, forcé una sonrisa leve.

—    Porque hoy veré a mi madre y eso me pone feliz— dije emocionada y sonreí levemente, ella me miro atenta— Y triste, porque mi vida es una mierda— mi sonrisa se desvaneció de repente— Me casare en unos meses con un hombre al que no amo, que no siento nada por él, que su padre tiene secuestrada a mi madre, y atosiga a mi hermano, y yo vivo en una casa donde no puedo hacer nada, estoy atada a un hombre que ni siquiera siente sentimientos— algunas lágrimas salieron de mis ojos, las seque con mi pulgar suavemente, Amelia se acercó a mí y me abrazo.

—    Tranquila pequeña, no digas eso de tu vida, eres una chica muy fuerte, la persona más fuerte que he conocido en toda mi vida, no dejes que nada te destruya, tu eres fuerte, eres irrompible __________—acaricio mi cabello y solté unas lágrimas más que hicieron que quebrara en llanto.

—    No sé qué hacer, que decir, que pensar, no sé si pueda aguantar todo esto—susurre soltando más lágrimas y me separe de ella— No sé si lo que hago está bien, si algo hice mal como para que me pase esto a mí.

—    Chiquilla, todo ocurre por alguna razón, el destino te pone sorpresas, y a veces uno no está preparado para ellas—me seque unas lágrimas más y respire profundamente.

—    Gracias Amelia, gracias en verdad por todo lo que haces por mí—agradecí sonriendo levemente.

—    Pequeña, a veces siento que es mi deber hacerlo… Bueno, ve a lavarte esa carita y luego te cambias y regresas para ayudarme en algunas cosas ¿sí? — me ordeno y asentí levemente, cuando iba a salir de la cocina escuche un ruido, como si alguien hubiera estado escuchando detrás de la puerta, sacudí mi cabeza antes esos pensamientos absurdos que no iban al caso.

Subí las escaleras, sentí como en el camino alguien, o mejor dicho Jason me detiene sosteniéndome fuerte del brazo.

—    ¿Qué quieres? —pregunte fría y seca con mi mirada desviada de su mirada penetrante.

—    ¿Por qué estabas llorando?

—    No estaba llorando, yo- yo… ¡sude por los ojos! — ¡idiota!, ¿Cómo demonios se me pudo ocurrir esa estupidez? Me puse nerviosa al instante.

—    ¿Sudaste por los ojos? —pregunto extrañado— Ah, ¿enserio se suda por ahí? —pregunto haciéndose el tonto.

—    Si, ¿acaso no sabias? —pregunte asombrada— Es un nuevo logro de la ciencia—añadí.

—    Oh, tienes que enseñarme a sudar por los ojos—dijo divertido y sonrió, su sonrisa era hermosa… ¿Qué? No, no, no, tengo que irme antes de que piense otra estupidez.

—    Sí, yo-yo te enseño después, es fácil, después sabrás—sonreí nerviosa, ¿Por qué me puse nerviosa? Ni yo misma lo sabía, me veía como una idiota retrasada mental. Salí corriendo escaleras arriba y entre corriendo a mi habitación de la puerta casi rota y cerrándola con llave, ¿Por qué me había comportado así? Jamás me había puesto nerviosa por nada, tal vez el ver a mi madre me ponía nerviosa, ¿era eso no? Ojala no sea lo que estoy pensando.

El destino ya estaba escrito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora