53. "Notas"

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53.

Aún no cabía en mi conciencia lo que acaba de pasar. No podía creer aún que deseaba seguir ahí, con él. Con el hijo del hombre que ha desgraciado mi vida. Pero él no tiene la culpa de lo que su padre causó. Aunque es su hijo, y tiene el mismo carácter, lastimosamente.

Recargo mi cabeza sobre el respaldo del sillón de algodón.

Esto es absurdo.

¿Y si voy de nuevo con él? No, sería una pérdida total de mi orgullo.

Qué hermosa luna de miel he tenido.

Cierro mis ojos, y mi mente empieza a viajar a través de mi imaginación.

**

—Hey, hey. Tranquila. —Acerca su rostro al mío, sus ojos se conectan con los míos. —Tú no me odias.

—Sí, si te odio. —Murmuré. Sus labios rozan los míos, sintiendo su cálida respiración con un olor agradable en mis labios.

—No, tú sabes que en el fondo de tu corazón, a través del odio que dices tenerme, me quieres, y no quieres que me vaya de tu lado. —Sus labios rozan los míos de nuevo.

**

Abro mis ojos de golpe, volviendo a la realidad. Ese recuerdo jamás desaparecería de mi cabeza, por lo que veo.

Cierro mis ojos de nuevo, y mi cuerpo se arquea, dando paso al gran descanso.

Por fin.

Estúpido Sol. Dios, déjame dormir. Con mi mano trato de alcanzar algo para tapar mi rostro, y entonces me acordé de que estaba en un sillón... o mejor dicho en la noche me teletransporté a una cama. Abrí mis ojos, para encontrarme con la cama de la cual huí anoche.

¿Cómo llegué aquí?... ¿Habrá sido él? O yo soy una sonámbula. Creo que me quedo con la primera opción.

Su olor masculino seguía por toda la habitación, impregnado en las paredes y en las almohadas. Inhalé ese agradable olor por mis narices.

Me levanto despacio de la cama, para encontrarme con una nota pegada en el mueble:

“Vuelvo en un rato, quiero que estés lista antes de las 12 p.m. Hay comida en el refrigerador. Salí por unas cosas.  —Jason McCann.”

Paso mi pulgar por su letra, dándome cuenta de que estaba sola. Sola en una cabaña a afueras de la ciudad.

Suspiro. Un vestido floral está en una silla, frente a mí, junto con una lencería blanca, y unas zapatillas. ¿Acaso yo iba a usar eso? Está loco. Otra nota estaba encima del vestido, la tomo entre mis manos para leerla:

“Ponte éste atuendo. Si no, atente a las consecuencias. Espero que te quede ajustado. —Jason McCann.”

No sé porque la necesidad de poner su nombre completo en las notas. Niego con la cabeza con una pequeña sonrisa dibujada en ésta. Entro al baño, dispuesta a darme una pequeña pero relajante ducha.

“Aquí hay comida. Prepara algo liviano, no tan pesado. Recuerda, estate lista antes de las 12 del mediodía. —Jason McCann.”

Encontré una nota pegada en el refrigerador. Las notas ya me mareaban. También había encontrado una pegada en el espejo del baño, recordándome que debía estar lista a las 12. Y faltaba media hora para las 12, así que debía apresurarme.

El destino ya estaba escrito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora