55.
— ¿Estás seguro de lo que dices? —Gritó.
—Sí, señor. Ellos estaban juntos, como una pareja feliz, se veían enamorados. —Aseguró, un suspiro se escuchó de parte de un lado del teléfono. — ¿Qué prosigue ahora?
—Con que enamorados, ¿no? —Ríe. —Síguelos de cerca, no les pierdas la vista. Que sigan felices, por lo pronto. Después daré el golpe bajo. Te juro que por mí, Jason no será feliz.
— ¿Y qué hará señor? —Pregunta con curiosidad.
—No sé, tal vez la chica se muera en un fatal accidente, o ya veré. ¡Sigue haciendo tu trabajo! —Ordenó, y con esas palabras la llamada concluyó. Metió el celular en uno de los bolsillos del pantalón, y una sonrisa de malicia adorna el rostro de aquel misterioso hombre.
— ¡Jason! —chillé.
— ¿Qué pasa? —dijo divertido, poniendo su cara de niño inocente. Lo fulmino con la mirada, y pongo los ojos en blanco.
— Díselo al helado en mi cara. —señale mi rostro, el cual estaba lleno de helado de chocolate.
—Tranquila, es sólo helado. —pasa un dedo por mi mejilla, tocando un poco de helado, y luego lo mete en su boca. —Está rico. —pongo los ojos en blanco de nuevo, le doy la espalda, y camino con pena hacia el señor que nos vendió previamente los helados. Oh, esto daba pena.
—Disculpe. —dije tímidamente, llamando la atención del señor. Él, al verme, hace una cara de asombro. — ¿Puede darme una servilleta, por favor?
—Creo que necesitarás más de una. —me sonríe, dándome un manojo de servilletas.
—Gracias. —le devuelvo la sonrisa como un gesto amable.
— ¿Son novios? —preguntó, volteo a mi lado izquierdo y me encuentro con el pecho de Jason.
—Somos esposos, lastimosamente. —sonreí forzosamente. Jason se acerca al señor, y pone una mano en su mejilla, para decirle algo al señor.
—Es que está en sus días, ya sabe cómo son las mujeres. —susurra en su oído, bufé y me doy la vuelta para empezar a caminar, limpiándome el helado con una servilleta.
La noche empieza a caer en la playa, el atardecer está frente a mis ojos, un hermoso atardecer. Me encanta. Mi sueño siempre fue ver el atardecer en la playa, recostada en la arena, observando como cae la noche.
Siento como él llega a mi lado, no le perdonaría esto tan fácil. No, no.
— ¿Estás molesta conmigo? —susurró sobre mi oído, me quedo en silencio. —________. —pone una mano sobre mi hombro, y me alejo bruscamente.
—No. —Digo secamente. Le vuelvo a dar la espalda, cruzada de brazos. Él pasa sus manos por mi cintura, me pega a su vientre.
— ¿Segura? —Susurró. Posó un beso sobre mi mejilla. Me volteo, y acerco mi rostro al suyo, paso mis labios por su oreja, y le muerdo fuertemente el lóbulo. Su cuerpo se tensa, y al instante suelta un quejido.
— ¿Con qué estoy en mis días, eh? —Sonreí victoriosa, y seguí caminando en la misma dirección, él me seguía con su mano en la oreja, y soltando quejidos en silencio.
A lo lejos, mientras mí alrededor se vuelve en la oscuridad, observo varias fogatas, rodeadas por un grupo de personas.
Fruncí el ceño, ¿qué hacían las personas ahí? Ni la más mínima idea, pero lo averiguaría. Dirigí mi caminada hacia la primera fogata, mientras él me seguía detrás.
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El destino ya estaba escrito.
Fanfiction« ¿Que harías si te pidieran casarte con alguien sin amor para salvar la vida de tu familia? » ‹Segundas Oportunidades›, segunda parte de la historia está en mi perfil.