Capítulo 21

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El mundo con otros ojos.

El atardecer en la ciudad lucía más precioso que nunca con sus pintorescos edificios, luces y personas circulando por doquier

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El atardecer en la ciudad lucía más precioso que nunca con sus pintorescos edificios, luces y personas circulando por doquier. El respectivo grupo disfrutaba de la caminata que pronto daría su fin al separarse aunque eso no significaba que días así no se repitiesen; el tiempo suele transcurrir deprisa cuando menos se lo tiene que cuenta y la amistad perdura sin importar distancia u otras responsabilidades. La unión de los corazones cobra sentido cuando adversidades se presentan y crecer es parte de percatarse cuál actitudes son las ideales ante ellas.

La calidez de la mano de Yurio al estrechar la de Otabek era el tipo de sensaciones que debía recordar y no entorpecerse por ya no sentirla.

Cuando el japonés observaba cómo la relación de esos dos amigos que apenas se había concretado en avanzar un importante paso, estaba a escasas horas de crear una brecha, se preguntaba y admiraba la fuerza de cada uno en aceptar esa realidad y verse cuando tuviesen la oportunidad, ¿alguien soportaría estar lejos de la persona que quiere? Para él eso solo contaría con sufrimiento pero tal vez justamente se debía porque la fortaleza de las personas son distintas, sufrir, llorar y extrañar no tiene nada de malo. De solo imaginar que en algún momento sería su turno le provocaba escalofríos. La única diferencia era que su amor angustiosamente se manejaba desde un lado y no era recíproco pero si pudiera sujetar de la misma manera a su persona especial... ¿Cómo luciría ese mundo?

Cuando el reloj siguió su naturaleza, todos comprendían que la despedida se acercaba pese a que ninguno quisiese hacerlo.

—Beka, dame tú móvil —extendió la mano el rubio—. Culpa de unos tontos no podré hacer nada con el mío hasta que lo reparen —clavó mirada fulminante a esas dos personas que actuaban ignorantes en el tema—. Le avisaré a mi abuelo que se prepare.

—De acuerdo. —Sonrió el Kazajo y le otorgó el artefacto.

Yurio se alejó unos pasos de los muchachos para entablar aquella llamada.

—¿Abuelo? —Preguntó Mila con curiosidad.

—Ah, su abuelo me ofreció alcanzarme hasta el aeropuerto —le explicó—. Pero como le dijimos que estaríamos paseando por la ciudad, le avisaríamos cuando la hora se acercase. Debería ir marchándome a buscar mi equipaje.

La muchacha suspiró decaída.

—Entiendo. No creí que la tarde se iría tan deprisa. Por cierto, ¿no quieres que vayamos a despedirte en el aeropuerto todos juntos?

—No es necesario. Ya estoy agradecido en que hayan decidido compartir el día conmigo —se mantuvo observando a Yurio a lo lejos—. Además, él quiere despedirme sin otras personas—se rió—. Espero lo entiendan.

—¿Despedida romántica? —Preguntó Victor involucrándose en la conversación.

—Victor, ten más delicadeza. —Le reprendió el japonés.

La Melodía Incompleta. - [ Victuuri / Fanfic ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora