La Melodía Incompleta. - [ Victuuri / Fanfic ]

Capítulo 13

Pisando el hielo

Yurio finalizó rápidamente la llamada al enterarse de quién resultó ser, no pensó en si eso fue o no lo correcto, sin embargo, no podía pretender entablar una conversación o actuar como si todo estuviese bien con esa persona; Yurio no odiaba a su madre pero ¿por qué se tomaba la molestia de aparecer? Si quería visitar a su abuelo era algo que no le concernía ¿pero avisarle que estaba allí? Parecía un acto muy hipócrita de su parte, era su madre pero ¿cómo podía aceptarla tan fácil luego de que fue abandonado con su abuelo? Le respetaba por darle la vida, sin embargo, su motivación y triunfos no fueron gracias a ella ni para ella, sino para él y su abuelo obteniendo la satisfacción de hacer el deporte que amaba y ser el sostén familiar económico. No necesitaba de alguien que nunca se preocupó ni de asistir a una sola competición suya o aunque sea decirle algunas palabras de apoyo... Tampoco permitiría que le arruinase estos días con Beka, ella ya no tenía lugar alguno en su corazón y no se lo ganaría por visitas ocasionales.

Esa tarde, ignoró completamente esa llamada y continuó transcurriendo su día junto a su amigo, sin necesidad de organizar cosas complicadas o preocuparse si se estaba o no divirtiendo; quiso relajarse y solo pensar en Otabek y las historias que le relataba, su vida en el patinaje, cuando se conocían desde pequeños en aquel estudio de ballet y Yurio ni siquiera le recordaba, su familia, gustos, actividades, su hobbie siendo DJ e historias en clubes que él presenciaba una más loca que otra. Era agradable tener personas a su alrededor que quisieran pasar tiempo con él y dejarle entrar a su mundo, nunca fue una persona que pusiera a personas en un lugar agradable de la misma forma en la que significaba el patinaje para él pero eso también aterraba, ¿seguiría siendo amigo de personas así? ¿Qué sucedería si algún día eso se terminaba? ¿Si lo dejaban atrás? Podía ser una persona ruda y segura por fuera pero por dentro aún se preguntaba si era correcto abrir su corazón y no salir lastimado. Tal vez, no era el único que se sentía de esa manera, si cada uno abriese su corazón al círculo de confianza notarían que más de uno se parecería al otro, abrir el corazón nunca es sencillo, puedes salir lastimado pero también sentirte amado.

Mientras más captaba esa mirada distraída y pensativa en el ruso, más intención de sacarle una sonrisa poseía Otabek. No era ningún tonto y sabía que algo lo mantuvo perturbado toda la tarde y tampoco quería obligarle a que se lo diga; aún así quería hacer lo posible en hacerle sentir que podía contar con él en todo y le ayudaría si hacía falta. Entre ellos aún había una fina capa que no permitía verse cómo realmente eran pero algo así también era propio de Plisetsky que temía que sus sentimientos a Otabek queden revelados.