Capítulo 30

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El amor atormenta.

Las palabras no podían expulsarse de los labios de la mujer, con la primera imagen de su hijo que se hallaba en esa casa como visitante, fue un hecho que no se anticipaba para nada

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Las palabras no podían expulsarse de los labios de la mujer, con la primera imagen de su hijo que se hallaba en esa casa como visitante, fue un hecho que no se anticipaba para nada. Creía que ya no visitaría el lugar a causa de su propia presencia, tampoco sabía si le ignoraría o le echaría en cara alguna culpa, pero de algo estaba segura, no quería hacer nada que pudiera ocasionar problemas. Además, conocía que a su padre no le gustaban las confrontaciones en su casa ¿Qué ocurriría?

—¿Hola? —dijo con inseguridad la rubia, estática, manteniendo el peso de las compras en ambas manos.

—Usted debe ser la madre de Yurio —eligió hablar Yuri—. ¡Ah! Yurio es un apodo que le decimos ya que yo también soy Yuri.

—Sí, lo sé —sonrió ella, por suerte el ruso no era el único idioma que hablaba—. He escuchado que entrenas en el mismo lugar, cuando fui la primera vez no tuvimos oportunidad de conocernos.

—Yo estaba enfermo ese día, no pude ir a practicar pero me enteré luego de todo lo que ocurrió y...—observó al ruso que comía con total relajación, como si se apartara de esa conversación y decidiera no dar opinión alguna. Yuri no quería mencionar la gran discusión que se libró entre él y su madre.

—Está bien, la verdad no esperaba nada todo esto, que estén ambos aquí —a cada segundo se aseguraba de mirar las acciones de su hijo que le ignoraba por completo—. Pero me alegra poder conocerte —pensaba con cuidado sus palabras, no podía mencionar nada sospechoso o que sabía cosas suyas por las veces que espió las prácticas o habló con Victor—. Sé que eres un gran patinador.

—Muchas gracias —se avergonzó un poco y notó las bolsas que sujetaba y lucían pesadas—. ¡Oh, déjeme ayudarle con eso! ¿Dónde hay que llevarlas? —se acercó a ella con intensión de ser de ayuda.

—¡No te preocupes! Yo puedo con ellas —sus ojos se encontraron de cerca.

—No es molestia alguna —observó detenidamente los rasgos faciales de la mujer.

—Bien, gracias por tu ayuda —sonrió soltando las bolsas para que el muchacho las tome—. La siguiente habitación es la cocina, si no te molesta puedes ayudarme a llevarlas allí.

—¡Claro! —Yuri observó la espalda de la mujer que comenzó a caminar en dirección a la cocina y por alguna extraña razón, su rostro se le hizo familiar. Se sentía muy raro pero no recordaba el porqué ese rostro le parecía ya haberlo visto antes, tampoco era un experto en diferenciar rasgos ajenos ya que para él los rusos no eran tan distintos entre ellos, pieles muy blancas, cabellos y ojos claros...

Al llegar a la cocina, Yuri dejó las bolsas sobre la encimera y aunque no le pidiera ayuda para guardar los alimentos, él necesitaba observarla por unos minutos más. No podía dejar de observarla con sospecha, analizando cada gesto que expresaba.

La Melodía Incompleta. - [ Victuuri / Fanfic ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora