Capítulo 22

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Melancolía.

Segundos, minutos

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Segundos, minutos... Cada rastro de su aroma, cada rastro de su calor pese a durar un suspiro, el rubio se aseguró de resguardar esos detalles en su memoria porque no hay nada más dulce que el primer amor de una persona y que sea correspondido. Otabek era una parte de suma importancia en el significado de su patinaje, una de las piezas que completaba ese mensaje pero le faltaba brindar las últimas pulidas para que brille. La importancia de su existencia no debía convertirla en algo indispensable para su cuerpo, debía aprender a captar la realidad de la forma en la que era, distancia y aceptación; por el momento, no ser caprichoso o egoísta iba para ambos principiantes en el amor.

Entre ese estrecho espacio para nada agradable, como un baño público, ellos no necesitaban un paisaje romántico, una linda vista al brillo del mar o un paseo bajo las estrellas para que haya más significancia a su tiempo juntos. Solo bastaba mantenerse cerca, aferrados en esa calidez que los envolvía y aislándose de cualquier interrupción ajena. Se oían puertas abrir y cerrarse y sin embargo ellos no se separaban al fuerte abrazo; mientras no golpearan en su puerta se mantendrían en su propio mundo, mundo al que debían abandonar ya que el vuelo pronto daría aviso por los parlantes del gran aeropuerto.

Cuando se separaron nuevamente, lo hicieron por ese llamado tan temido por el que su despedida brindaría el rumbo final del día.

—Entonces... —el rubio miró fijamente a los ojos nostálgicos del kazajo que le devolvía una expresión como si ya comenzara a echarle de menos—. Debes irte o perderás el vuelo.

—Lo sé...—cambiando ahora a una expresión disgustada, mantuvo su mano dando ligeras y suaves caricias a las mejillas del ruso, a esa piel tan blanca y delicada como porcelana—. Pero no sé si podré soportar tantos meses sin volver a verte de nuevo.

—Ya, no sigas —actuó algo indiferente por la vergüenza que le atribuía el pensar de la misma manera, ya no se desconocía tanto el actuar así frente a él pero no podía evitar tener esa personalidad evasiva; sabía que no debía preocuparse tanto por eso ya que Otabek lo conocía demasiado bien como para poder descifrar sus actitudes contrarias a su sinceridad—. El tiempo transcurre deprisa. Ya no nos pongamos más sentimentales y apresúrate —golpeó con sutileza su pecho con ambas manos para alejarlo.

—Tienes razón. —Con aceptación se dio la vuelta para quitar el cerrojo de la puerta y asegurarse de que no hubiese nadie para no provocar alboroto.

En ese instante, Yura tuvo su último arrebato de valentía jalando rápidamente al chico frente a sus ojos, incapacitándole abrir la puerta, para atraerlo de nuevo hacia él y robarle un prolongado beso en sus labios. Por suerte sus dientes no chocaron pese a que la ferocidad del impulso haya otorgado cierto dolor; eso no dio importancia cuando continuaron ejerciendo dulces y desesperados movimientos entre ambas bocas. Tenían que alejarse o esa despedida se terminaría arrastrando a un punto de perder noción de las horas.

La Melodía Incompleta. - [ Victuuri / Fanfic ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora