Capítulo 47

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Observo la decoración de luces en movimiento alrededor de la gente.

Me dirijo a la barra pidiendo algo de tomar. Pido un trago y paso por la multitud de gente que hay en la pista bailando.

Mi corazón da un vuelco cuando alcanza a ver a un chico de ojos verdes sentado tomándose algo. Sus labios están rojos, no sé por qué razón, solo sé que se ven apetitosos.

Controlate, vampira.

Alguien me toma de la cintura y volteo encontrándome con Yashua. El me sonríe y me escenea de arriba abajo descaradamente, yo lo miro esperando a que hable.

—Quieres bailar, nena? —Me dice y al escuchar cómo me llama me pasa un escalofrío. Asiento y muevo mis caderas dejándome llevar por el ritmo de la música. Yashua me sonríe y continuamos bailando.

Con tanto alcohol en mi sistema me dejo llevar.

Me olvido de todo y me concentro en molestar a Erick.

Erick está sentado aun en ese lugar, lo miro y veo su mandíbula tensa. Desvío la mirada y sigo bailando, pero esta vez no estoy bailándole a Yashua, sino a Erick.

De fondo suena la canción bandolera de zion y lennox y la perreo como nunca. Me paso el cabello de lado bajándolo por mi pecho mientras meneo la cintura.

Me giro y Erick sigue observándome, su oscura mirada baja hacia mi cuerpo y luego sube a mis ojos.

La verdad con alcohol en mi sistema toda la vergüenza desaparece y me siento más segura para moverme.

Sigo moviéndome y cuando volteo para encontrarme con él, encuentro el lugar donde estaba sentado vacío. Sigo bailando con Yashua para disimular.

Le digo a Yashua que voy al baño.

¿A dónde habrá ido?

¿Tan rápido se calentó?

—Te sientes mal ? —Me pregunta y yo niego.

—No, solo voy a lavarme la cara y a hacer lo que se hace en el baño, quieres que te dé detalles? —Le pregunto con una sonrisa traviesa y el se ríe.

—No, nena, te puedes ir. —Me dice y le doy una palmada en la espalda yendome. Lo escucho gemir cuando me voy alejando.

Bajo las escaleras bajando a la cocina y voy dando pasos lentos, no sé, pero presiento que hay alguien.

Alcanzo a ver a un chico de ojos verdes sentado en una silla, con sus largas piernas encima de la otra silla, con un trago en su mano. El se lo lleva a su boca tomando un sorbo y de repente clava sus ojos en mi, pero no veo rastro de emoción en su rostro al verme, al parecer no le sorprende.

Sonrío y quito sus pies de la silla descaradamente. Como si la silla fuera mía, el me mira con una sonrisa divertida inspeccionando mi rostro tratando de descifrarme y yo observo sus labios, están húmedos.

Desvío la mirada y tomo un sorbo de mi trago. Hasta que el rompe el silencio.

—Por que será que no me sorprende verte aquí, Marianella? —Canturrrea, su voz es ronca y hace que mi corazón de un vuelco al escucharlo decir mi nombre. Yo niego y sonrío, pero no con cualquier sonrisa, mi sonrisa es de satisfacción.

—Quisiera que me contaras cual es el motivo de esa sonrisa. —Habla mirándome con cautela.

—No debería importarte, no crees? De lo que puedes estar seguro es que no eres tú. —Respondo queriendo herirlo con mis palabras, como lo ha hecho él conmigo. Lo veo tragar saliva y con una cierta desilusión en su rostro. Luego esboza una sonrisa.

—Me vas a salir con que el motivo es tu adorado Yashua? —Habla de una manera irritante. Pero yo le contesto con calma.

—Puede ser que si. —Digo con certeza y lo veo tensar la mandíbula.

El se acerca a mi e inmediatamente su perfume choca con mi nariz, es un olor suave. El hala la silla hacia él yo quedando enfrente de la suya. Me mira de una manera que no sabría describir, sus ojos verdes lucen brillosos y miran cada facción de mi rostro.

—Que intentas, Erick? —Pregunto. El no dice nada y sigue acercándose poco a poco.

—Eso quiero saber yo, que intentas, Mar? Que explote de celos? Por más que intentes olvidarme yo siempre seré quien provoque esto en ti. —Pronuncia esas palabras provocándome eso que dice que provoca en mi.

Y yo le sigo el juego y lo seduzco. Pero cuando está a punto de estampar sus labios sobre los míos ladeo la cabeza hacia atrás dejándolo perplejo.

Su cara es de asombro mezclado con deseo a la vez.

—No provocas nada en mi, así que deja de sentirte con algún derecho. —Me pongo de pie esperando una respuesta.

—Tendrás que aprender a tratarme, cubanito. —Añado marchandome y dejándolo solo.

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