Once

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La mañana del último día en Tokio para el equipo de voleibol Karasuno comenzó con el bullicio habitual de preparativos para los últimos partidos de práctica antes de regresar a casa. Mientras los chicos empacaban sus cosas y se alistaban, la atmósfera estaba cargada de emociones mezcladas de anticipación y nostalgia.

—¡Hey! ¿Alguien puede despertar a Yamaguchi? —gritó alguien desde la habitación contigua.

Kei Tsukishima se sentó junto a su amigo, terminando de organizar sus pertenencias.

—Buenos días, Tsuki —saludó Yamaguchi, frotándose los ojos con una sonrisa somnolienta.

—Buenos días —respondió Kei, acomodándose junto a él.

—¿No hay algo que me quieras decir? —preguntó Yamaguchi con una mirada juguetona.

—¿Cómo qué?

—¿Qué pasa entre Yachi-san y tú?

—No pasa nada —respondió Kei con cierta irritación ante la pregunta tan absurda de su amigo.

—¿Te gusta?

—¡No! —respondió Kei, molesto.

—¿Estás seguro? —insistió Yamaguchi.

—¿Seguro? —añadieron los demás miembros del equipo, quienes habían escuchado la conversación.

—¡Sí! ¿Es extraño que hable con Yachi? —se defendió Kei.

—Sí —corroboraron todos.

—¡Acabas de llamar Yachi a Yachi-san! —exclamó Hinata, alarmado.

—¿Cómo es que son tan cercanos? —preguntó Kageyama, con una sonrisa maliciosa. Para él, cualquier oportunidad de molestar a Tsukishima era bienvenida.

—No sé si recuerdan el día que perdí mis lentes. Pues Yachi los encontró y luego se presentó como la nueva manager —explicó Tsukishima, tratando de no darle demasiada importancia al asunto.

—¿Y estás seguro de que no te gusta? —preguntó Nishinoya, entrelazando los dedos bajo el mentón.

—Hmm —asintió Tanaka, imitando la postura de Nishinoya—.

—Sí —repitió Kei, exhausto de toda la situación.

—¿Y por qué estaban tomados de la mano anoche? Además, ayer también los vi juntos caminando —continuó Yamaguchi, sorprendiendo a Kei.

—Solo estábamos hablando —dijo Kei, visiblemente nervioso.

—Tú no sueles hablar con chicas —observó rápidamente Yamaguchi.

La razón detrás del interrogatorio de Yamaguchi era evidente: sabía que a su amigo le atraía la pequeña rubia, y aunque eso lo hacía feliz, también lo hacía sentir un poco mal por Tsukishima, quien no había mencionado nada al respecto.

—Con Yachi es diferente —intentó justificarse Tsukishima, aunque sabía que sus excusas ya no eran tan convincentes.

—¡Porque te gusta! —exclamaron Hinata y Kageyama al unísono, provocando una risa colectiva entre los demás.

—Dinos, Tsukishima, ¿cómo te sientes al estar con Yachi-san? —preguntó Tanaka, inclinándose hacia él con una sonrisa traviesa.

—Enfermo.

—¿Qué? —preguntaron todos, sorprendidos por la respuesta inesperada.

—Cada vez que la veo reír, me duele el estómago. Lo extraño es que no duele mucho, pero se siente bastante raro —explicó Kei, tratando de encontrar las palabras adecuadas para describir su confusión emocional. Para él, era un territorio desconocido.

—Querido Tsukishima, esas son las famosas mariposas en el estómago —le explicó Tanaka entre risas.

—¿Mariposas en el estómago? —repitió Kei, frunciendo el ceño en confusión. No entendía por qué sus compañeros se reían de él.

—Es lo que Tanaka y yo sentimos cada vez que vemos a Kiyoko-san —añadió Nishinoya, con una sonrisa de oreja a oreja—. Tú, mi querido Tsukishima, estás enamorado de Yachi-san.

—¿¡Ah!? —articuló Kei, sintiéndose molesto y confundido. No podía creer que estuviera enamorado de Hitoka, le parecía ilógico. Y el hecho de que no se hubiera dado cuenta por sí mismo lo hacía aún más ilógico, es absurdo—. Creo que si estuviera enamorado de Yachi me habría dado cuenta.

—Pues no lo hiciste —se burló Hinata, disfrutando de la incomodidad de su compañero.

Kei lanzó una mirada fulminante al chico de cabello naranja, quien rápidamente buscó refugio detrás de Tanaka.

—¡Bien, chicos! —intervino Daichi, intentando poner fin a la situación—. Tenemos que irnos ahora si queremos llegar a tiempo a las prácticas.

—¡Sí! —respondieron todos, poniéndose de pie.

—Luego le enseñamos a Tsukishima lo que significa estar enamorado —bromeó Daichi, provocando una mirada incómoda de Kei.

—Si quieres, le preguntamos a Shimizu si le pareces atractivo a Yachi-san —añadió Suga, con una sonrisa burlona, lo que provocó que el rubio se ruborizara. Instintivamente, Kei se cubrió el rostro con la mano.

—Alguien se puso rojo —observó Kageyama.

—¡No lo estoy! —exclamó Kei, sintiéndose aún más incómodo por la situación. Y aunque trató de ocultarlo, sus compañeros ya habían captado la situación.

"¿Yo, enamorado de Hitoka?" se preguntó Kei, sintiéndose completamente desconcertado.

Enamorada de TsukishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora