s i e t e

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"Anda, ríete, incluso si duele,
atrévete y jala de la cuerda."



Socializar parecía ser más fácil con una ARMY en los fansing que con MinJi. Y es que, parecía que estábamos por asistir a un velorio y no a la Torre de Namsan.

La música de fondo comenzaba a fastidiarme, no era el género que más me apetecía escuchar, pero conviviendo con alguien como JungKook o JiMin, se me había vuelto costumbre el "tolerar" géneros que no me gustaban.

—¿MinJi?

Pude observar detalladamente como su figura se encogía al escuchar su nombre de mi boca.

—Sino quieres ir, da la vuelta en el siguiente retorno y vayamos a casa, no te preocupes —fui considerado.

—No, que valga la pena mi gasto en la gasolina.

Me callé.
Quién era yo para detenerla. De todas maneras, eso me hacía ganar de alguna forma u otra.
En el trayecto de Myeongdong al centro de Seúl nos tomo poco, MinJi manejaba como un demonio desatado. En Corea era costumbre seguir cada alto o señalamiento indicado, pero a MinJi parecía importarle poco. En dos ocasiones se pasó dos semáforos en rojo, excusándose de que no había nadie como para hacer el alto. Poco después tuvimos que dejar el coche en
Hoehyeondong que era lo más cerca de Myeongdong. Así que tendríamos que seguir a pie para tomar el Teleférico de Namsan próximo a la Torre.

—¡Llegamos! —anunció bajando de la pequeña cabina.

—No me había dado cuenta —rodé los ojos y me coloqué el cubre bocas.

—Cretino.

—Estúpida.

Bajé y después de mí, ella.
MinJi no dejaba de ver a sus alrededores. Imaginé, que se preguntaba si había algún paparazzi por ahí, fisgoneando como de costumbre.
Mi ridmo cardíaco se aceleró de sólo pesar en una sola cosa.

—MinJi —la llamé—. Dame tu mano.

La susodicha rodeó una pequeña banca y llegó a mi lado. No ejercí ningún movimiento que implicara extenderle mi mano, por lo que ella misma busco de mi palma y entrelazó nuestros dedos.
Si mi hermano me hubiese visto, se habría echado a reír.

—¿Esto está bien? —la voz de MinJi me pareció irreconocible, baja y suave.

—¿Te importa mucho? —apreté nuestro agarre.

MinJi no era tan baja, si mi altura era de uno setenta el de ella era de uno sesenta. Logró esconderse perfectamente detrás de mi, sin soltar o debilitar nuestro agarre.

—Creo que es muy temprano para estar aquí, pero no hay vuelta atrás, ¿o sí?

Negué.
No, no había forma de que dejara pasar la oportunidad que ya había logrado. Tenerla a mi lado fuera del trabajo y fuera de casa.
Emprendimos caminata hasta la Torre sin soltarnos, podía sentir lo tensa que se encontraba aún sostenido mi mano. No resistí mucho.

—MinJi, deja de pesar en el que dirán. Estás conmigo y punto, a demás, con gorro y cubre bocas nadie me reconocerá fácilmente —le sonreí, aunque ella no pudiese verme.

Asintió un par de veces, como tratando de autoconvencerse. Después sacó su móvil y puso la cámara de snap. Casi ruedo los ojos pero se me escapó otra sonrisa.

承Her | m. ygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora