t r e i n t a i u n o

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Enero 20
Daegu.

"La gente tiene cicatrices de toda clase en sitios recónditos, como mapas secretos de sus historias personales. La mayoría de nuestras viejas heridas se curan, dejándonos solamente una cicatriz. Pero algunas no se curan. Algunas heridas pueden ir con nosotros a todas partes, el dolor aún perdura..."

—Anatomía de Grey.



Si me hubiesen preguntado, ¿qué se sentía morir en vida?
Hubiese respondido; que estaba muriendo para vivir.

YoonGi dio vuelta en U y poco después pude ver la enorme universidad Gyemyeong.
El viaje a Daegu fue imprevisto, no tenía idea hasta que vi a YoonGi cargando mis maletas.

—¿Crees que le agrade a tu madre? —Musité. 

—MinJi no es cuestión de agradar —Dijo—. Es cuestión de que comas toda su comida y le digas lo rica que es.

Los nervios se descendieron a causa de su mal chiste. Pues, me había hecho reír con aquello.

—Lo tendré en cuenta una vez pise su restaurante.

—Y bueno, sobre mi padre, bien, él es un viejo de edad avanzada y estoy seguro que le agradará verme por fin con una mujer.

—¿Y qué hay sobre tu hyung?

—Me pedirá sobrinos.

Él sonrió sin ningún pesar, muy a diferencia de mi. Ya que cualquier indicio de felicidad se desplomó súbitamente.

—Bueno, no seré yo la madre pero estoy segura que tus hijos serán bellísimos.

—¡¿Qué diablos dices?! —se echó a reír—. Obvio tú serás la madre y yo el padre.

—¿YoonGi?

—Ya sé porque lo dices, pero todo estará bien.

No tenía ánimos para empezar a discutir por algo tan llano como lo era el fin de mis días aproximándose con velocidad.

—Mi familia va estar muy feliz por mi y por ti, no hablaremos de tu enfermedad sino quieres y sobre todo, te sentirás en un hogar.

¿Hogar? Esa palabra no tenía significado alguno en lo que a mi me concernía.
Y no era como sino me diera ilusión sentir el afecto de la familia de YoonGi sino más bien, me daba cierta melancolía porque desde mi niñez y adolescencia no fui capaz de haberme desarrollado en un sitio en donde pudiera haber recurrido a alguien cada que algo me atormentada.
No era como si mis padres fueran los mejores y no era como si mis hermanos realmente se preocuparan por mi bienestar físico y emocional.

—¿Minnie? —YoonGi tomó de mi mano izquierda mientras me observaba con incertidumbre.

—¿L-Llegamos? —investigue con mis propios ojos.

—Así es —me sonrió—.  Vamos, nada malo sucederá.

Como tal aconteció en mi propia imaginación, me vi sentada consumiendo los deliciosos platillos que la madre de YoonGi cocinaba y vendía.

—Eres bellísima —susurro en un suspiro—. No pareces exactamente coreana pero tienes unos ojos y una piel divina.

—Mamá —YoonGi rió por la dulzura que su madre desprendía—. De no ser porque estás casada con mi padre pensaría que estás coqueteando con mi prometida.

承Her | m. ygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora