t r e i n t a

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"Así que nena, prométeme que nunca te irás. Cariño prométeme que me amarás por siempre."



2018, Enero 06.

Las defensas de MinJi habían caído drásticamente.
Ella se había negado a quedarse en el departamento con nosotros y entonces no me quedaba más remedio que mudarme temporalmente con ella y cuidarla.

—¿Te sientes muy mal? Dame un número del diez al uno.

MinJi levanto dos dedos y torcí mi boca.

—Mientes de pena corazón. —Ella abrazó el váter y devolvió lo poco había ingerido la noche anterior.

—L-Lo sé —Me respondió después de echarlo todo—. Lo siento YoonGi, pero mentir es una buena habilidad social.

—¿Y cómo se sabe cuándo mentir? —Me acuclillé a su lado y tomé su cabello para atarlo en una coleta.

—Cuando la gente necesita saber algo, entonces di la verdad, pero si no, miente con la boca pequeña y quédate a gusto —La mire con indiferencia en sus palabras.

—¿Y si necesitan saber la verdad pero les hará daño?

—Pues habrá quienes puedan asumirlo... y habrá quienes no —respondió.

—¿Y cómo saber quién puede y quién no?

Ella bajó la tapa del váter junto a la cadena y todo lo que devolvió se fue por el desagüe.
Se levantó y se sentó en la tapa.

—¡Diles la verdad! Si les caes bien después lo sabrás y si no, entonces ya tampoco importará.

Ambos nos sumergimos en un silencio incómodo.
Entonces no me quedo más que decir la verdad.

—Vas a morir sino conseguimos un corazón nuevo.

MinJi suspiró y finalmente soltó una leve sonrisa.

—Sí... ya lo sé. 

Aún acuclillado, aproveché para deshacerme de su pijama.
Debía darse un baño y por su cuenta no podía o eso creía.

—Lo haré, déjame Yoon.

Aparte sus manos con algo de fuerza y pedí disculpas con la mirada.

—Yoonie, pued-

Tape su boca con mi mano y le ordené levantar los brazos. Así, retiré su blusa. Yo le sonreí con picardía y me di la vuelta para templar el agua de la regadera.
Ella seguía sentada sobre la tapa del váter sólo con su ropa interior de encaje. Se miraba muy bonita, pero debía enfocarme en otra cosa.

—¿Crees que doy asco?

Mi mano seguía verificado si el agua ya era apta o no para ducharse cuando escuché aquello.

—No das asco, tu cuerpo es hermoso tanto como tú.

—He perdido mucho peso, siempre deseé ser delgada y ahora que lo soy no me gusta tanto.

Me giré a verla.

—Vas a callarte o tendré que callarte.

Ella se rió con nerviosismo y bajo la mirada.

—Lo siento.

Creo que yo estaba loco, nadie en su sano juicio guiado por su buena moral hubiera siquiera pensado lo que yo.

—¿Quieres ver que no das asco?

MinJi abrió los ojos de par en par y mordió su labio inferior.

承Her | m. ygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora