q u i n c e

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"Si alguna vez me encuentro a
Dios, le diría que esta vida
es un café que nunca ordené."



Me sentía confuso, desorientado y cansado. Quería, y por mucho, verla, pero SeokJin y NamJoon nos lo prohibieron, siendo ellos los primeros en entrar.

—Hyung, ¿qué sucede con noona? —viré mi vista hasta JungKook, quien se encontraba hablando con TaeHyung.

—Traquilo JungKookie~ —palmeó su cabellera azabache—. Ya verás que no es nada, sólo se ha dado un descuido en su salud, ya nos lo explicó el doctor Lee.

Mentiras.
Yo sabía que nos ocultaban algo, y por la manera en la que ése doctor llegó tan exaltado, debía ser algo cercano a mi MinJi. Un doctor no podía tener esos tipos de cuidados con su paciente.

—YoonGi —levanté la vista, encontrándome con HoSeok—. ¿Estás bien?

—Mierda de qué hablas, ¡estoy de maravilla! —ironicé—, la que se encuentra en una camilla es MinJi, no yo.

—Wow, calma los ánimos hyung —trató de sonreír sólo como él sabía hacerlo.

—Lo siento.

—Está bien, soy el único que tiene el don de soportarte —se sentó a mi lado—. ¿O no?

—Lo eres.

—¿Qué a pasado realmente? —comencé a jugar con mis dedos, miré a otra dirección que no fuera hacia HoSeok sentado a mi lado.

—Sólo, me acompañó por un cable USB que se había roto —lo miré—. Ella se veía bien, en serio.

—Hyung...

No había funcionado. Mi mentira no había funcionado en cuanto escuché el tono de HoSeok al llamarme hyung.

—E-Es en serio.

—¿Un USB hasta la estación de Hakdong, justo por donde se encuentra nuestro restaurante favorito? 

—Difícil de creer, ¿no? —reí—. Me recomendaron una tienda de electrónicos muy buena cerca de la estación y decidí probar suerte.

—¿A quién estás tratando de engañar, YoonGi? —su tono de voz era una extraña mezcla de inquietud y enojo—. Sé lo que estás pensando, y creeme, no me molestaría ser golpeado por ti, pero hermano... si es lo que yo creo que es, estamos en aprietos.

—Habla claro porque yo no estoy entendido nada, HoSeok —la sutileza con que le pedí, fue más bien, rudeza. No me gustaba para nada la forma en la que comenzaba a dirigirse hacia mi.

Me gusta MinJi.

Si en ese momento no hubiésemos estando en un lugar público y lleno de personas. Personas que estaba seguro eran aficionados a nuestra música, lo hubiera golpeado. Sentía como mi sangre iba acumulándose en mi cara, era la rabia. Era como si un instinto de sobre proteger a MinJi hubiese surgido con mucha más fuerza, encerrarla y quedarmela sólo para mi.

—Quiero jugar mis cartas en limpio —le escuché decir—. Quiero que sepas que aunque ustedes posiblemente han estado pasando tiempo a solas, no voy a rendirme tan fácilmente. Creo que MinJi vale cada centavo habido y por haber en el mundo. Y que yo daré lo inimaginable por que ella un día se fije en mi.

承Her | m. ygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora