N u e v e

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*Nota: el capítulo no está corregido. Me dicen si encuentran algo jejej

¿Alguna vez escuchaste el impactante sonido de una bala disparándose? ¿Ese ruido tan distintivo que pone alerta a cualquiera que lo oiga? Ahora, imagina oírlo desde el otro lado de una puerta

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¿Alguna vez escuchaste el impactante sonido de una bala disparándose? ¿Ese ruido tan distintivo que pone alerta a cualquiera que lo oiga? Ahora, imagina oírlo desde el otro lado de una puerta.

Es un dolor de cabeza, y algo más.

Por la mañana del viernes me despedía de mamá en el auto, como de costumbre. Lo diferente a los días anteriores fue que Aldana y las primas Morris quisieron acercarse para saludar y conocer a mamá.

Aldana y Rowin agitaban sus manos afuera del auto, Sindy por su parte las empujó a un lado y golpeó la ventana para luego hacer el gesto que logré interpretar como un «baja la ventana o la romperé». No me quedó más opción que hacerlo.

En cuanto lo hice, la risotada chica de cabello castaño levantó la comisura de sus labios, de manera que una sonrisa tan radiante como el sol mañanero nos fue concedida. Sin embargo, no hubo ni buenos días ni hola.

—Usted es la madre de Yionne, ¿verdad? —dijo, casi adentrándose por la ventana. Mamá logró encaramar una ceja en la mitad de su frente arrugada. Su ademán los decía todo: no entendía nada. Aun así, respondió con una sacudida asertiva—. Tome un folleto por mi campaña.

Extendió uno de sus folletos para la presidencia en el Consejo Estudiantil. Mamá lo recibió sin muchos ánimos y fingió tenerle un interés.

—¿De qué le servirá a ella si no vota? —espetó Aldana, acaparando un lado de la ventana.

—He pensado que influenciar en los padres es un medio para llegar a sus hijos —declaró en un tono solemne—. Es estrategia.

Rowin se unió a la ventana para observar el taco de hojas.

—¿Cuánto gastaste en esto? —curioseó hacia su prima.

—Lo suficiente como para quejarme de los imbe... imprudentes que los tiran al suelo.

—Creí que tus padres te daban dinero para esto —rebatió Rowin en una inflexión más seria y pensativa. Al parecer ni siquiera le tomó mucha atención a la hoja de su prima, pues sacó una y empezó a leerla.

—No les he dicho que pretendo postularme —confesó Sindy—. Me da vergüenza.

—Son tus padres, ¿dónde está la confianza? —repuso mamá, uniéndose a la conversación—. Mi Onne y yo tenemos muchísima confianza —soltó con la descripción máxima del orgullo. Una forma en la que solo ella podía decirlo—. No hay nada que nos ocultemos —acabó, pasando un brazo por mi espalda y apretujándome contra ella.

—Así es —declaré, con las mejillas rojas, abochornada—. Más que mi madre, parece mi hermana.

—Ya quiero ver eso cuando se consiga de novio a un chico malo que ande en cosas ilegales —desdeñó Rowin.

Díselo a la Luna ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora