V e i n t i o c h o

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Antes de darle una respuesta concreta a Rust (que no se resumiera en mi expresión de horror por tenerlo en mi cuarto) me asomé por la puerta comprobando que mamá no subiera

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Antes de darle una respuesta concreta a Rust (que no se resumiera en mi expresión de horror por tenerlo en mi cuarto) me asomé por la puerta comprobando que mamá no subiera. Para nuestra fortuna, mi querida madre no daba indicios de subir con el remedio para mi supuesto dolor de cabeza, así que me volvía hacia Rust.

—Debes ocultarte —advertí, encajando mi mirada austera en él.

Rust asintió en silencio y se movió con torpeza hacia el lado de mi cama que no daba hacia la puerta. Yo me adelanté a los movimientos de mamá bajando corriendo las escaleras, me la encontré justo en la esquina que da hacia el pasillo de la cocina y el baño.

—Onne, cariño, no deberías bajar la escalera así —dijo apresando hacia ella un vaso con agua y una aspirina sostenidas en sus manos. Enarqué una diminuta sonrisa al verla presa del asombro.

—Ya se me está pasando un poco. —Tomé el vaso y la aspirina con precaución—. De todas formas, tomaré esto por si acaso.

Si instinto materno se agudizó en cuando me observó, con ojos que delataban la suspicacia tan mortífera de la que cualquier adolescente quiere escapar. Me tensé deseosa de esconderme tras el vaso de agua que bebía al seco. Mamá entrecerró sus ojos en lo que se acercaba para tener una mejor apreciación de mi rostro.

—Estás pálida y esquiva —acusó con la voz más fría que pudo emitir. Tragué agua con dificultad, temiendo que mi mentira se hubiese fracturado y concluyera, por alguna razón aparente, que trataba de ocultar al primogénito de Jax Wilson—. Sabes que cuando mientes desvías tus ojos a los lados.

Mi interior se removió por completo. Como nota mental me dije que necesitaba tener presente ese inconsciente gesto para mis mentiras futuras.

—Está bien —solté rozando la sumisión—. Fue un dolor muy terrible, mamá, no me siento muy bien, por eso tomé la aspirina —continué mintiendo, aprovechando la situación—. Creo que hoy me dormiré temprano.

Un parpadeo lento trajo la empatía de mamá, quien acarició mi cabello y agarró mi barbilla.

—Bueno... —empezó, examinándome— Ve a dormir, cualquier cosa estaré en mi despacho.

—Claro, mamá —accedí de manera rápida y deposité un beso en su mejilla.

Subí corriendo de vuelta a mi habitación, con mamá gritando que no corriera y no sé qué. Entré con mi pecho subiendo y bajando con tal fuerza exagerada que me hizo cuestionar mi estado físico. Lo peor fue encontrar a Rust recostado en mi cama, con los brazos detrás de su cabeza y sus botas militares ensuciando todo. Ese chico no tenía respeto por nada, ni siquiera había permanecido oculto en caso de que mamá subiera.

Deseé tener la fuerza física para levantar la cama y sacarlo de ella, sin embargo tenía la suficiente fuerza mental como para expresar mi disgusto. Bastó un gesto y el semblante intimidante para dejarle claro que necesitaba volver a su lugar: el piso alfombrado, lugar donde el trasero de Rust fue a dar con pesadez y un mugido que se transformó en un quejido luego.

Díselo a la Luna ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora