C u a r e n t a y c u a t r o

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El martes 27 llegó luego de una semana completa en que mi existencia —y la existencia de mis amigas— no se dio lugar en Sandberg. Pero nuestra vuelta fue bien recibida por más de algún estudiante que, repitiendo las rimas que las chicas habían creado, seguía apoyando a Sindy. Agitaban sus puños al aire o tenían esa peculiar expresión de complicidad que se entonaba de manera relajada con el ambiente festivo próximo al aniversario. Por eso al caminar por el pasillo antes del timbre provocó un extraño silencio. Éramos como las chicas populares sacadas de películas juveniles que entraban al colegio en cámara lenta, con el pelo meciéndose hacia atrás y una extraña luz reflectándose por nuestra espalda.

Sin embargo, esa sensación no duró mucho. Al llegar a la zona de casilleros nos encontramos a una retraída Shanelle. Ella lucía más introspectiva que de costumbre, con la mirada perdida en Dios sabrá dónde, haciendo movimientos lentos y torpes.

—¡Hola, Shan! —la saludó Sindy, toda animada.

La respuesta de Shanelle fue extraña: primero se sobresaltó haciendo un gran estruendo metálico con la puerta, luego dio un paso atrás y recién nos miró. Sus ojos asustados se acomodaban perfectamente bajo la inclinación de sus cejas. En cuestión de segundos, tras vernos, se encontró siendo sorprendida por su actitud asustadiza.

—Oh, chicas... —Suspiró con alivio y bajó la guardia—. Buenos días.

—¿Y eso? —Rowin colocó sus manos en la cintura y adoptó una actitud contrapunteada—. ¡Tan fea no estamos, Shan!

—Tú sí estás bien fea, Ro —bromeó su prima. María disimuló una risa traviesa y se colocó detrás de Aldana para no ser vista. Pese a esto, Rowin la descubrió y lució más ofendida que antes.

—No estoy fea —se defendió la chica—. Hoy dos chicos me guiñaron el ojo, y Bellamir me dejó caminar primero que él.

—Yo digo que quería verte el trasero —soltó de pronto María, algo pensativa.

Todas, a excepción de Shanelle, le dimos la razón. Bellamir es el mejor atleta que tiene Sandberg, con una habilidad innata para animar al público y hacer anotaciones; pero más allá de su buen "carisma" en la cancha, se le conoce por ser un pervertido sin reparos. Estar en su mira no es ningún halago.

Eugh.

Mientras Rowin, Sindy y María seguían discutiendo sobre los dotes físicos de la adicta al chocolate, Aldana decidió sacar su lado preocupado y mostrar interés en Shanelle.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó con la voz apacible y reconfortante que solo Aldana podría hacer.

—S-sí —obtuvo como respuesta. La voz de Shanelle se quebró al comienzo, como si tal pregunta jamás se la hubiesen hecho, pero la esperaba con anhelo. Se aclaró la garganta y sonrió—. Un poco adolorida, creo que me enfermaré.

Díselo a la Luna ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora