C u a r e n t a y c i n c o

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#DALLREGRESA <3

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Claus no iba a ceder, y yo no estaba dispuesta a insistirle más. Tanto él como yo teníamos conocimiento de lo astuto que podía llegar a ser, de las manipulaciones viles que había cometido y de la mala situación en la que yo me encontraba. Pese a querer agarrarlo por el cuello, abrirle la boca y sacarle la verdad a gritos, seguí mi instinto. Si pretendía que siguiera implorando su verdad para elevar su percepción egocéntrica del mundo y glorificar su orgullo —y hombría—, entonces le daría todo lo contrario. Asentí con lentitud como asumiendo una amarga derrota y di media vuelta.

Como su juego consistía en tirar sin querer que yo aflojara, fingir que me marchaba significó para él soltar la cuerda. Ser quien gobernaba la situación le gustaba, no seguirle el juego debió significar su derrota. Me detuvo antes de que pudiera dar más de dos pasos.

—Tal vez, solo tal vez, puedo tener algo de información que te sirva de ayuda —pronunció con una entonación melosa, de esas que guardan dobles intenciones. Iba a pedirme algo a cambio, la palabra «generosidad» para Gilbertson llevaba una condicionante. Lo suyo siempre fue "dar para tener".

—¿Qué es?

La sonrisa que esbozó fue una llena de orgullo.

—Ya estás hablando mi idioma, cariño. Eso me gusta.

—Eres una persona simple y predecible —impugné. En mis palabras iba todo el veneno que me subía por la garganta.

—Y mientes sin ninguna clase de pudor —añadió pretendiendo estar asombrado—. Otra cosa que tenemos en común.

Por supuesto, él no se negaría a aventajarse del meter en medio de sus comentarios las insinuaciones que constantemente me hacía, como si lo de compararnos con dos parejas de ladrones famosa no fuese suficiente.

—¿Puedes ir al grano?

Que sonara sumisa le gustó. Lo pedí como un ruego; no había ninguna clase de exigencia en mi pregunta.

Alzó las cejas en un gesto de aprobación.

—Quiero lo que no pudo pasar en la biblioteca. —Abrí mis labios dispuesta a zanjar cualquier petición que se relacionara con viajar: si algo bueno podía sacar de mi castigo, eso era poder excusarme en caso de que Claus quisiera utilizarme una vez más. Para sorpresa mía, lo que él traía entre manos se componía en algo diferente—: No te pediré algo complejo —se adelantó en decir—. Lo que quiero es un beso.

Tal propuesta saliendo de la boca de otro me hubiera parecido una broma de mal gusto. Como venía de parte de Claus, sabía que iba en serio.

—Olvídalo. No estoy para peticiones infantiles...

—¿No quieres contribuir con la verdad? —curioseó— A tu enamorado y su novia les sería favorable.

Un comentario hecho con malas intenciones, de lo contrario el tono profundo con el que enfatizó la palabra «novia» habría sido emitido con la misma falsa condescendencia que las otras palabras.

Díselo a la Luna ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora