T r e i n t a y c u a t r o

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Viendo lo conglomerado que se encontraba la oficina de inspectoría, Sindy decidió ir a hablar directamente con el director del colegio, un hombre al que pocas veces lográbamos verle la nariz y que se resguardaba detrás de un semblante estricto. Para hablar con quien lleva las riendas de Sandberg, teníamos que hablar primero con su secretaria, lo que la presidenta del Consejo Estudiantil no quiso hacer. Sindy estaba tan molesta que ignoró todos los modales que pretendía tener con quienes no conocían su faceta disparatera.

Abrió la puerta de la oficina del director y se adentró a ella, con nosotras siguiéndola detrás. La elegante oficina, digna de un colegio privado para niños ricos, se colmó de una tensión maliciosa previa a que la charla comenzara. El director, quien escribía sobre unos papeles, dejó de lado su lapicera para observarnos sin compresión.

—Director —llamó Sindy, justo antes de que el importante hombre cuestionara nuestro atrevimiento.

—Señorita Morris, ¿a qué viene esto? —El director se mostró molesto, con la frente tensada y arrugada, nos echó un rápido vistazo hasta que se detuvo nuevamente en Sindy.

—A esta chica la están acosando —dijo la chica de rebeldes rulos señalando a Shanelle—, y no tiene idea de quienes son.

Un pestañeo surcó al cambio de expresión del director, incrédulo a tales palabras.

—¿Eso es cierto?

La pregunta iba dirigida a Shanelle, pero ella estaba detrás de todas nosotras, oculta como un pequeño animal indefenso y lleno de temor. Nos hicimos a un lado para que respondiera, mas solo instó a mover su cabeza de forma asertiva.

Sindy insistió:

—Mírela. —Sindy alargó su brazo para señalar nuevamente a Shanelle, más alterada que antes—. La sumergieron al retrete, un acto animal y degradante.

—¿Quiénes? —preguntó el director, limitando su recelo hacia la misma Shanelle, dejando al descubierto el lado voluble de la rubia.

—Sé que fueron dos chicas, pero no pude verles la cara, me cubrieron la cabeza con una bolsa —sostuvo con voz temblorosa, el perfil bajo y sus ojos inyectados en sangre mirando a través de sus largas pestañas—. Fue todo... muy rápido.

—Tenemos un problema de bullying grave aquí —siguió Sindy, hablando como una verdadera presidenta, incluso verla me resultó genial, hasta que sus ojos me buscaron—. Cuéntales.

El piso se me movió antes de hablar, estaba nerviosa y algo asustada.

—La semana pasada entré al baño y encontré un mensaje insultante escrito en el espejo, había velas encendidas en los lavabos y fotos de Shanelle con los ojos arrancados y equis marcadas. Parecía una especie de ritual —añadí—. Supuse querían asustarla. Yo estaba en un cubículo cuando entraron dos chicas a hacer todo ese escenario horrible.

Díselo a la Luna ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora