V e i n t i s i e t e

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Chicos, me hicieron una besha entrevista que podrán encontrar en el perfil de EditorialTeamRocket <tres Para que vayan a echarle un ojo y dejar su comentario 7u7

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Tomar una posición indiferente con alguien que se inmiscuía siempre en mi vida parecía extremadamente complicado. Mi decisión de mantenerme al margen de Rust —porque no deseaba seguir fomentando el espíritu masoquista que posee a una persona enamorada— se marchó con tacas y petacas a Dios sabrá dónde. No podía, alejarme de él era imposible. Si no tomaba la iniciativa yo, lo hacía él. Así entramos en una especie de bucle muy extraño.

Tal vez necesité entender esto antes de enojarme con él por su acto impulsivo, llevándome a la participar junto a él para el aniversario. Cuando la sorpresa se aventuró en mi rostro, luego caí en cuenta de que a unas sillas más adelante Shanelle estaba sentada. La culpa machacó el interior de mi pecho, lo que llevó a soltarme de Rust.

El ojiazul hizo un gesto que retrataba la confusión por mi acto. Me observó un momento, como si esperara una explicación a mi zafiedad. Ahogué las palabras en mi boca y las cambié por un «hablamos después» que ultimó en mí regresando con mis amigas, a varios asientos más adelante.

—Tienes que contarnos de qué hablaron —exigió Rowin, tomándome del brazo y observando con ojos saltones. Arriba, en el escenario, su prima traía la misma expresión ansiosa por enterarse qué rayos pasaba entre Rust y yo.

Ya no tenía escape. 

En algún momento las chicas se enterarían, por esto elegí lo mucho que estaba involucrada con Rust Wilson.

Salimos del auditorio al sonar del timbre. Me sentí como un paciente llevado a la fuerza por Rowin y Sindy hacia el patio solo para contarles qué tanto estaba involucrada con Rust. Me sentaron en una banca, se cruzaron de brazos y esperaron. María se sentó a mi derecha y Aldana a mi izquierda, por supuesto, ellos dos resultaron ser más discretas, no se adaptaron al bichito angustiado por saber qué sucedía.

—¿Y bien? —preguntó Rowin en un tono serio.

—Pues nada.

Me ahorré las ansias de salir huyendo pavorida cuando Sindy gruñó.

—Vamos, niña, dinos qué pasa con el hijo de Satanás ese.

—¿Claus?

Aldana rio junto con María. Rowin, en cambio, parecía estar demasiado ofendida por mi comentario.

—¡Siniester! —chilló, alzando las manos y la cabeza al cielo.

Daba mucho miedo.

Finalmente accedí a mi voluntad de contarle todo (con algunos detalles modificados) lo que estaba pasando entre Rust y yo; desde la relación que existió entre nuestros padres, nuestro primer encuentro (del sexto viaje), los gatos, cuando nos acostamos, hasta el problema con el celular. Desnudé aquel pequeño y gran secreto que guardaba. Tarde o temprano, la posibilidad de que se enteraran sobre nuestra peculiar relación sería más evidente.

Díselo a la Luna ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora