T r e i n t a y s e i s

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«Voy a matar a Claus», me repetí con pasmo

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«Voy a matar a Claus», me repetí con pasmo.

Es cierto que llevo encima muchas muertes. Ya lo dije antes, muertes indirectas que llevo encima a causa de salvar a mis seres queridos, puesto que mi maldición necesita un equilibrio. Si quito necesito dar. Si salvo, otro debe morir. Un asesino no es solo el que jala el gatillo, un asesino es que quien ordena a hacerlo. No estoy libre de culpa, muy diferente a Claus no soy, lo sé, pero aun así me sorprendió.

¿Cómo lo haría?

¿En qué situación tomaría una decisión así? 

¿Lo haría yo, con mis propias manos, o lo mataría en base a una decisión?

¿Cuándo sería el fin de Claus?

Tu mensaje no dijo más, tampoco pude preguntarte ya que Claus comenzó a impacientarse. Él no podía ver el mensaje, así que lo borré tan rápido como vi que se acercaba a chismear.

—Listo —pronuncié con la voz quebrándose al salir de mi seca garganta. Actuaba con nerviosismo, lo que ante la mirada perspicaz de Claus significó problemas.

—Estás pálida —me dijo.

—Ah... —volví a actuar como lo hacía cada vez que buscaba crear una mentira—. Estoy nerviosa, jamás hice esto frente a alguien.

Bloqueé la pantalla de mi celular y lo guardé en el bolsillo interno de mi chaqueta para que no pudiese meter sus horribles manos y quitármelo. Claus también se acomodó a la expectativa de verme viajar a un futuro que no conocía con seguridad, pero confié en tus palabras.

Cerré con los en cuanto apoyé mi cabeza en el respaldo del sofá y estuve así, pretendiendo estar viajando cuando en realidad seguía estando en ese lunes sombrío. Pudo ser así de simple, mantenerme quieta fingiendo inconsciencia, pero todo llevó a sobreactuar una vez que sentí los intrépidos dedos de Claus sobre mi cara apartando los molestos mechones ondulados que siempre he odiado. Me estaba tocando a sabiendas de que estaba perdida en el "futuro" y no podría pararlo.

No debía sorprenderme a esas alturas viniendo de él, mas lo hice, porque seguía perturbándome su manera desalmada de actuar. Me encontré en un dilema: seguía pretendiendo estar viajando al futuro hasta esperar que mi alarma sonara o abría mis ojos para renegar de sus abusos mientras me tenía voluble. Cuando sentí que su calor corporal se acoplaba lentamente con el mío y su respiración queda se entrelazaba a la mía, supe que no soportaría más. Abrí mis ojos de golpe encontrándolo a escasos centímetros de besarme.

Cubrí mis labios, luego me levanté del sofá tan rápido como pude.

—Dijiste que no me harías nada —confronté entre dientes—. Eres un maldito mentiroso.

—Solo iba a besarte —se excusó con una sonrisa algo burlesca, de esas que te dan ganas de arrancarte el cabello y usar la violencia física contra la persona para borrarle tan fastidiosa mueca.

Díselo a la Luna ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora