C u a r e n t a y o c h o

32.9K 5.4K 1.6K
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El día estaba siendo extraño. O rozando aquella zona. Jamás se me cruzó por la cabeza que me encontraría con tal escena, mucho menos en una sala de clases. Pero necesitaba ponerse peor.

Sí, ver a mamá con su viejo amor universitario y su hija, sentados, tomando café en una mesa, era extraño aunque con su toque cariñoso. Si tornaba la vista hacia allá, todo ese ambiente me resultaba relajado.

Demasiado.

La hora del almuerzo llegó y con las chicas decidimos visitar algún curso que vendiera comida para alimentar nuestros voraces estómagos. Mamá se había marchado con Sharick hacia el auditorio, el padre de Rust se tuvo que ir. Así que, todo parecía seguir en calma.

Ya con un almuerzo servido, en el comedor del colegio, traté de resolver la pequeña duda —del tamaño de una espiga— que se aferró a mí desde que vi la mesa de corea del Sur sin sus respectivos representantes.

—¿Saben qué ocurrió con Shanelle?

Sindy trató de responder, pero tenía la boca llena de comida, Rowin por su lado parecía más interesada en un chico que se encontraba a dos mesas de nosotras y Aldana ni siquiera me ponía atención. Así que, al no obtener una respuesta rápida, María fue la que me respondió.

—Cuando no estabas, la fue a buscar un amigo de Rust... ¿cómo se llamaba? —Arrugó sus pobladas cejas negras en una demostración clara de su arduo intento por recordar el nombre— Ah, sí, Fabriccio. Le dijo algo al oído y ella se marchó con él. Supongo que iban a ver a Siniester.

Quise sonreír porque María todavía lo llamaba Siniester. Claramente, por mucho que haya querido hacerlo, no me sentí con las suficientes ganas. El mal presentimiento sobre algo extraño no me soltaba, sino que se aferraba a mí con fuerzas y garras. Me puse en modo paranoica, veía a todos los que no conocía como sospechosos, había tantas caras nuevas en el colegio que no descartaba la idea de que alguno pudiera ser de Monarquía, que planeaban algo malo.

De regreso a nuestra sala, caminando por el pasillo alerta a cualquier con los que nos cruzábamos, me acerqué a Aldana para preguntarle más detalles.

—¿Has hablado con Parfait?

—Hoy no —respondió en el mismo tono confidente con el que yo había preguntado—. Tampoco ha respondido a mis mensajes. ¿Qué sucede?

El instinto de Aldana no podía fallar.

—No lo sé... Tengo un presentimiento.

—¿Bueno o malo?

—Malo. —Aplané mis labios en una línea recta al responder, como si tratara de repeler el mal augurio que mi presentimiento podía traer. Aun así, continué—: Rust no ha venido, a Shanelle la han venido a buscar y no he visto a Claus por ningún sitio.

—¿Crees que pasó algo?

—Si así fuese ya nos habríamos enterado. Las desgracias corren más rápido que las buenas noticias.

Díselo a la Luna ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora