33. Entender

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   Apenas entrar en la biblioteca saludé a Rosalía de la manera más cordial y amable que pude y ella con un asentimiento me devolvió el gesto.

   Un suspiro de alivio se me escapó de los labios al momento de sentarme; estaba cansado, realmente cansado y era porque el día en la escuela fueraespecialmente agotador, sino por el malhumor de anoche perduró durante todo el día. No deseaba hacer nada y en lo posible no regresar a casa hasta bien entrada la noche.

   Entonces esperé por Lola. Realmente esperaba que las cosas con su madre terminara bien y que, de ser posible, no desapareciera por dos semanas... otra vez.

   Porque la quería; porque Lola se había convertido en mi amiga más cercana.

   Sí... Lola era importante para mí.

La biblioteca de las almas solitarias (PB.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora