52. Consuelo.

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   Cuando vi a Lola pensé, por un instante, que estaba cara a cara con su antigua forma de ser, la grosera y esquiva Lola.

   Y sin embargo, ella se veía triste y decaída.

   ―Javi... ―murmuró sorprendida de verme.

   Y entre jadeos intenté explicarme.

   ―Rosalía me dijo... Que era mejor hablar contigo directamente ―hice una pausa para respirar―. No... No lo entendí muy bien, pero... Aquí estoy.

   Lola bajó la mirada y se hizo a un lado.

   ―Pasa. ―Se sentó en el sillón y apretó los labios―. Yo... no volveré a la biblioteca. No por un tiempo.

   Me alarmé.

   ―¿Por qué?

   Lola tomó un respiro.

   ―Porque tengo que ocuparme de algunas cosas... Como cuidar de Dan y atender a papá. Incluso cocinar y limpiar. Lo siento, el tiempo que pasé junto a ti fue muy agradable ―intentó darme una sonrisa, pero no pudo.

   Puede decirse que me enojé, por primera vez, con Lola.

   ―¿Puedo saber porqué de repente tienes que hacerte cargo de tu familia?

   Repentinamente, Lola comenzó a llorar.

   ―Mamá murió ayer... Creen que se suicidó y papá tuvo una recaída grave, tanto que ni siquiera sabemos si podrá sobrevivir y Dan... Dan lloró todo el día y no quiere hablar con nadie ―me contó todo, siempre con la vista hacia abajo y apretando  las manos sobre su regazo―. Yo soy la única que puede sostenerlos ahora.

   No había nada que yo pudiera hacer, excepto ofrecerle un hombro para llorar, y eso hice.

La biblioteca de las almas solitarias (PB.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora