―¿Y por qué no le preguntas a tu padre donde vive y vamos con ella? ―pregunté desde mi lugar.
―No. Prefiero mantener a mi viejo lejos ―respondió desde el suyo. Estaba sentada en el suelo rodeada de un montón de agendas y hasta un mapa. Una forma bastante rara de buscar a alguien en tiempos modernos.
―Si tú lo dices...
―Ustedes dos ―la voz apagada y gangosa se Rosalía me hizo pegar un salto―. Alguien te busca, niña.
Entre los dos nos miramos, ¿alguien buscando a Lola?
Seamos sinceros, ella no tiene muchos amigos.
Lola se encogió de hombros, se levantó y se marchó en compañía de Rosalía y yo las seguí con la mirada.
Segundos más tarde, en cámara lenta, vi cómo una sonrisa iluminaba su rostro mientras corría a abrazar a un niño de doce o trece años.
―¡Dan! ¡Daniel, cuánto tiempo sin vernos! ―gritó llena de alegría.
―Cierto, muy cierto. Ahora, por favor, suéltame ―respondió asfixiado.
Por alguna razón mágica y misteriosa, llamémoslo milagro, Lola se reencontró con su hermano después de dos años.
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La biblioteca de las almas solitarias (PB.1)
Historia CortaYo siempre voy a la biblioteca. No soy nada estudioso ni mucho menos un ávido lector, sólo voy para matar el tiempo. En la biblioteca suelo sentarme con algún libro en mano que finjo leer y a veces me duermo. La biblioteca era soli...