5. Nombre

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   Se rompió la calefacción de nuevo, pero esta vez estaban los del servicio técnico "trabajando". Sí, lo digo así porque desde acá escucho sus risas.

   La campanilla volvió a sonar y no tuve que mirar para saber que es ella... Y recién ahora caigo en cuenta de que no sé su nombre.

   Ella pasó por mi lado y buscó un libro, luego se sentó en una mesa cercana.

   Al rato yo también me paré y a paso dudoso, tambaleante, me le acerqué. Ella estaba escuchado música a fondo —por que yo podía oír prefectamente a pesar de los cascos—, así que no tuve otra que tocarle el hombro.

   En un segundo se quitó los auriculares y me miró.

   Cómo me incomodaban y gustaban esos ojos...

   —¿Pasa algo? —me preguntó y yo carraspeé, nervioso.

   —Sí... ¿Cuál es tu nombre?

   Ella me siguió mirando otro rato, estaba claro que no entendía nada, pero al final, luego de un suspiro, contestó:

   —Lola.

   Gusto en conocerte, Lola.  

La biblioteca de las almas solitarias (PB.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora