Se rompió la calefacción de nuevo, pero esta vez estaban los del servicio técnico "trabajando". Sí, lo digo así porque desde acá escucho sus risas.
La campanilla volvió a sonar y no tuve que mirar para saber que es ella... Y recién ahora caigo en cuenta de que no sé su nombre.
Ella pasó por mi lado y buscó un libro, luego se sentó en una mesa cercana.
Al rato yo también me paré y a paso dudoso, tambaleante, me le acerqué. Ella estaba escuchado música a fondo —por que yo podía oír prefectamente a pesar de los cascos—, así que no tuve otra que tocarle el hombro.
En un segundo se quitó los auriculares y me miró.
Cómo me incomodaban y gustaban esos ojos...
—¿Pasa algo? —me preguntó y yo carraspeé, nervioso.
—Sí... ¿Cuál es tu nombre?
Ella me siguió mirando otro rato, estaba claro que no entendía nada, pero al final, luego de un suspiro, contestó:
—Lola.
Gusto en conocerte, Lola.
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La biblioteca de las almas solitarias (PB.1)
Storie breviYo siempre voy a la biblioteca. No soy nada estudioso ni mucho menos un ávido lector, sólo voy para matar el tiempo. En la biblioteca suelo sentarme con algún libro en mano que finjo leer y a veces me duermo. La biblioteca era soli...