8. Ausencia

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Llegué temprano (inmediatamente después de la escuela), y me senté en el puff con un ejemplar de Los Lanzallamas en manos. Realmente no tenía ganas de leer porque quería ver a Lola, pero la curiosidad acerca de si el Astrólogo logró el boicot al Estado a base de prostíbulos o no ciertamente era poderosa.

A las seis de la tarde dejé de leer y miré a la puerta. Lola venía a esta hora y se quedaba hasta cerca de las nueve.

Me quedé un rato mirando la puerta, esperando que la campanilla sonase, pero no lo hizo.

Se hicieron las diez y ella nunca apareció. ¿Qué te pasó, Lola?

Tengo que admitir que me acostumbré demasiado a su presencia.

Rato después, la bibliotecaria casi me echó porque ya iban a cerrar; yo me levanté sin apuro, nadie me esperaba, de todos modos.

La biblioteca de las almas solitarias (PB.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora