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6 horas, 50 minutos.

Taehyung, Namjoon y Jin no se movían desde hacía ya unos minutos. Era como si no se atrevieran. Solo de vez en cuando los ojos de algunos de ellos se dirigían hacia la puerta, por la que había desaparecido el último de los médicos, o buscaban apoyo de los demás, apoyo que era hurtado al instante, como si por alguna extraña razón no quisieran verse ni reconocerse.

—¿Por qué a mí no me ha pasado nada?
Había formulado la pregunta media docena de veces, y como las anteriores, Jin no obtuvo respuesta.

—Yo también estoy bien. —dijo Taehyung.

—Déjenlo, ¿ya? —pidió Namjoon.

—¿Qué vamos a...?
La pregunta de Jin murió antes de formularla. Desde que había empezado todo, los nervios se mantenían a flor de piel, pero aún adormecidos, o mejor dicho atontados, a causa del estallido de la situación. Ahora empezaban a aflorar plenamente.

Fue Namjoon el primero en reaccionar, y lo hizo para sentarse al lado de él. Lo rodeó con un brazo y lo atrajo suavemente hacia si. Después lo beso en la frente. Jin se dejó arrastrar y apoyó la cabeza en él. Luego cerró los ojos. Comenzó a llorar suavemente.

—Ha sido un accidente.— suspiró Namjoon con un hilo de voz.

Taehyung hundió su cabeza entre sus manos.
Jin se desahogó solo unos segundos. Acabó mordiéndose el labio inferior. Sin desprenderse del amparo protector de Namjoon, pronunció el nombre que todos tenían en ese mismo instante en mente.

—Deberíamos llamar a Jungkook.
Se produjo un silencio expectante.
Nadie se movió.

—Y también a Jimin. — terminó diciendo Jin.

Pero fue Namjoon el que resumió la situación con un rotundo y expresivo:

—¡Puta madre!

ALERTA ROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora