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7 horas, 55 minutos.

No sabían por qué seguían allí, pero lo cierto es que no se les pasó por la cabeza marcharse. Era como si ya formaran parte del hospital, o del destino de Yoongi.

Entonces fue cuando vieron aparecer a Jungkook, venía corriendo, congestionado aún por la prisa que se había dado en llegar desde su casa a aquella hora.

Taehyung llenó sus pulmones de aire. Namjoon se quedó quieto. Jin fue el único en reaccionar yendo, directamente, al encuentro del recién llegado para abrazarse a él.
Volvió a llorar.

—¿Qué pasó? —preguntó Jungkook alarmado.

Namjoon habló.

—Está en coma.

—¿Qué? —se puso pálido y apretó a Jin entre sus brazos. — ¿Qué dicen los médicos?

—Que hay que esperar. Las cuarenta y ocho horas siguientes son decisivas. —le respondió Namjoon.

Jungkook apretó las mandíbulas.

—¿Qué mierda tomaron? —alzó la voz de pronto.

— Lo tomamos para ver qué pasaba, estar en forma y no cansarnos.

—Yo no habría tomado nada. —insistió Jungkook mirando a Jin—. Ni le habría dejado a él. ¿Lo hicieron por eso, porque no estaba yo?

—Ha sido una casualidad. —Namjoon dejó caer la cabeza abatido.

—¡Y una mierda! —gritó Kook.

—Estábamos con Hoseok, bailando y entonces... —Jin volvió a llorar abrazando a Jungkook de nuevo. — lo siento.

Ya no encontró ninguna simpatía ni consuelo en él. Lo apartó de sus brazos bruscamente.

—Váyanse a la mierda. —exclamó el pelinegro—. Parecen críos de...

No terminó la frase. Giró sobre sus talones y los dejó allí, quietos, tan perdidos como lo estaban ya antes de su llegada, pero ahora mucho más vulnerables por la condición de culpables ante sus ojos.

ALERTA ROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora