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9 horas, 26 minutos.

Abrió la puerta con sigilo, por si tenía suerte y ellos aún dormían o por lo menos no lo oían llegar, pero comprendió que no era precisamente su día de suerte.

Su madre apareció en el pasillo, en bata, con su habitual cara de preocupación.

—¡Vaya horas de llegar, Kim Taehyung!

Pero no hizo caso y corrió hacia las escaleras. Pero no tuvo suerte al ver a su padre salir del baño.

—¡De mí no te escapas! ¡Mira te doy un guantazo que te pongo las orejas del revés! ¡Casi diecinueve años! ¡Si aún te quedan siete meses, crío de mierda!

Taehyung entró a su pieza.
Y en el momento de dejarse caer en la cama, tenía los puños apretados, pero no sólo era por la discusión que acababa de tener.

Seguía pensando en Yoongi.

—Jamás podré confesarme. —murmuró sobre la almohada.

ALERTA ROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora