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19 horas, 21 minutos

Jimin abrió la puerta de su casa. No tuvo que llamar. Su madre apareció al momento, saliendo de la sala.

—¿Cómo está Yoongi?

—Quiere vivir —dijo suavemente él.

—Pero...—la mujer pareció no entender el significado de sus palabras.

—Mamá.

La abrazó, con fuerza, a pesar de su debilidad. Detrás de los dos apareció su padre. Tampoco él pareció entender qué sucedía.

—Jimin, ¿qué pasa? —quiso saber su madre.

—Estoy enfermo, mamá, pero quiero curarme.

Era la primera vez que lo decía en voz alta. Los psiquiatras se lo habían dicho decenas de veces: todo terminaba con la aceptación de la enfermedad por su parte. Ese era el primer paso.

—Jimin...

—Yo también quiero vivir —suspiró su hijo—. Ayúdame, por favor.

Continuaban abrazados, así que la mujer no pudo ver su cara, inundada de dolorosa pero firme paz. Su padre en cambio sí lo vio. Él los abrazó a los dos.

Entonces Jimin cerró los ojos, y su mente volvió junto a Yoongi.

Libre.

Su voz seguía allí.

ALERTA ROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora