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7 horas, 10 minutos.

A pesar de que el sol acababa de despuntar más allá de la ciudad, la mujer ya estaba en pie, como cada mañana, por costumbre.
Estaba cerca del teléfono, en la cocina, preparándose su primer café. Debido a ello pudo recoger el auricular antes de que su zumbido despertara a todos los demás.

No le gustan las llamas intempestivas. La última había sido para decirle lo de su madre.

—¿Sí? —contuvo la respiración.

—¿Señora Park?

—¿Quién llama?

—¿Qué pasa?—frunció el ceño instintivamente.

—Soy Jin, el amigo de Jimin.

—¿Jin? Pero hijo, ¿sabes qué hora es?

—Es que ha pasado algo y creo que Jimin deberá saberlo.

—Está dormido.

—Es algo... importante, señora.

—Será todo lo importante que tú quieras, pero en su estado no pienso en robarle ni un minuto de sueño. Dime lo que sea y cuando se despierte se lo digo.
Hubo una pausa al otro lado del hilo telefónico.

—Es que... —vaciló Jin.

—¿Qué ha sucedido?

—Se trata de Yoongi —suspiró finalmente Jin—. Estamos en el hospital, en el clínico.

—Dios mío, ¿un accidente?

—No, no señora. Que le ha sentado algo mal.

—¿Y quieres que Jimin vaya ahí tal y cómo está él?

—Yo solo he llamado porque he pensado que tenía que saberlo.

—¿Qué es lo que ha tomado?
La pregunta difícil.

—Una... pastilla.

—¿Drogas?

—No exactamente, bueno... no sabría decirle —se le notaba nervioso y con ganas de terminar cuanto antes—. ¿Le dirá lo que ha sucedido cuando despierte?

—Sí, claro. —la mujer cerró los ojos.

—¿Cómo está él?

—Lleva un par de días mejor.

—¿Come?

—Lo intenta.

—Está bien. Gracias, señora Park. —se despidió Jin.
Colgó dejando a la madre de Jimin todavía con el auricular en la mano susurrando un pequeño:

—Señorita Park.

ALERTA ROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora