Cáncer & Escorpio

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Escorpio no siempre fue un chico malo ni misterioso, claro que no

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Escorpio no siempre fue un chico malo ni misterioso, claro que no. Antes sonreía con frecuencia, su humor era mucho más alegre, pero eso fue reemplazado por una mueca inexpresiva carente de emociones reales.

Cáncer siempre fue de manera animada y la mayor parte del tiempo se dedicaba a buscar alguna solución a los problemas de los demás. Gracias a eso, creó un proyecto social; abrió una organización sin fines de lucro para ayudar a cuantas personas le fuera posible.

La historia que les contaré, empezó cuando el mejor amigo de Escorpio lo anotó a él en la organización de la canceriana.

—Me llamo Cáncer y eres bienvenido a Manos Amigas —la muchacha sonrió y extendió su mano en dirección a él. Escorpio la miró con dudas, pero la terminó estrechando con rapidez.

—Creo que ya conoces mi nombre —murmuró el escorpiano y ella no quitó la sonrisa de su rostro, le había costado demasiado convencerlo para que pudiera ayudarlo.

—Claro que sí, y tienes un muy bonito nombre, Escorpio —el mencionado la miró con desconfianza, ya sabía que la muchacha estaba usando una de sus técnicas con él.

—Ya, claro —el pelinegro rodó los ojos y Cáncer ahogó un suspiro frustrado.

—Es la verdad —repuso la canceriana y tomó un papel donde tenía anotados los datos del chico—. Bien, según tengo entendido, Aries es tu mejor amigo, ¿no?

—Ajá —respondió desinteresado y se dedicó a observar el lugar.

—Él nos dijo que te gusta jugar al hockey sobre hielo —Escorpio asintió sin mirarla, la verdad es que no escuchó ni una palabra de lo que había dicho—. Esa será nuestra primera actividad juntos —comentó Cáncer y él se giró a mirarla con el ceño fruncido.

—¿Qué? —La canceriana sonrió con amplitud mientras que Escorpio se sentía incómodo por tantas sonrisas por parte de la chica.

(...)

Luego de ese encuentro, había ciertas reuniones pactadas, en las cuales Escorpio dejaba plantada a Cáncer con sus actividades y ella tenía que aguantarse las ganas de insultarlo y tirarlo todo por la borda hasta que un día, él llegó sobre la hora en la que se suponía que tenía que terminar la reunión y de alguna manera se sintió mal al ver a la muchacha sin su sonrisa habitual.

—No es la primera vez que lo haces y sé que tampoco será la última, así que dime una buena razón por la cual deba seguir esperándote sin recibir nada a cambio —espetó Cáncer apenas distinguió al muchacho en su campo de visión.

—No lo sé, dímelo tú —contraatacó Escorpio y la muchacha lo miró indignada—. Yo no fui quien me inscribió en este rollo.

Cáncer se sentía triste, él era el primer caso con el que no podía lidiar pero antes de marcharse dijo algo que marcó la vida del escorpiano para toda la eternidad.

Aunque te sientas destruido, debes darle color a tu vida.

En ese momento no lo entendió, sabía que a ella le gustaba hablar con metáforas y esas cosas.

(...)

Cáncer dejó de buscarlo, en cierto modo, se rindió y no tenía ganas de volver a intentarlo. Sin embargo, Escorpio se había acostumbrado a los insistentes pedidos de encontrarse con ella y se sentía vacío cuando dejó de hacerlo.

El escorpiano tomó su orgullo y se lo ocultó cuando se presentó frente a Cáncer en la organización.

—¿Qué haces? —preguntó al ver como ella guardaba objetos dentro de una caja.

—¿Qué crees que hago? —contestó sin mirarlo y guardó una foto de cuando recién empezaba con el proyecto.

—No lo sé, pero creo que con esto no te referías a «ponerle color a la vida» —el chico se cruzó de brazos y Cáncer se giró a verlo, ya que le estaba dando la espalda.

Ella no podía creer que él había recordado algo que le dijo hacía varios meses atrás y sin querer, sonrió. También se sintió mejor cuando vio que Escorpio estaba menos tenso y él sonrió a medias.

—Creí que no lo recordarías —murmuró la joven y el pelinegro se encogió de hombros.

—Me gustó —admitió y Cáncer sintió un leve sonrojo en su rostro—. Además, extrañaba ver tu sonrisa.

—¿Qué dices? —se rio la muchacha y Escorpio se acercó a ella, haciendo que la canceriana retroceda dos pasos.

—La verdad —se detuvo unos pasos delante de ella y la miró a sus ojos—. Solo digo la verdad.

Cáncer estaba tiesa ante la cercanía de Escorpio y él se sentía a gusto con ponerla de tal modo.

—Escorpio, puedo saber para qué volviste exactamente —habló la muchacha y tragó saliva, tratando de disimular sus nervios.

—Para ponerle color a mi vida, aunque me sienta destruido —mencionó y se acercó más a Cáncer, y esta vez, ella no se alejó.

—¿Y cómo piensas lograrlo? —inquirió la joven y Escorpio acercó su rostro al de ella, dejando cierta distancia entre ambos, la cual molestaba a la canceriana.

—Con tu ayuda —finalizó el joven e hizo sonreír a Cáncer.

Escorpio retrocedió unos pasos para no perder la compostura y la joven frunció el ceño, no entendía por qué se acercaba y alejaba al mismo tiempo.

—Para retomar con las sesiones, hoy iremos de compras —anunció Cáncer y el escorpiano ladeó su cabeza hacia su izquierda y la observó con detenimiento.

—¿Para qué?

—Para cambiar ese aburrido color negro de tu ropa y buscar tonos alegres —sonrió con emoción la chica y Escorpio plasmó una pequeña sonrisa en su rostro. Se sentía bien sonreír de verdad.

(...)

Pasó, exactamente, un año desde su primer encuentro, Cáncer y Escorpio se habían vuelto más cercanos el uno con el otro.

—Es nuestra última sesión —balbuceó Cáncer y el escorpiano la miró sin entender.

—¿De qué hablas?

—Mi misión era hacerte sentir menos miserable contigo mismo y lo logré, no te obligaré a hacer algo que no quieres —explicó la canceriana, tratando de no demostrar la tristeza que le causaban sus propias palabras.

—Te agradezco lo que has hecho por mí pero, no me iré de tu lado —dijo Escorpio convencido de ello y Cáncer levantó su mirada para observar sus ojos. Él entrelazó sus manos con la de la muchacha y sonrió—. En serio, gracias por creer que podría ser mejor. Gracias por no abandonarme. Gracias por tu comprensión y amistad pero...

—Escorpio...

—Me gustas, Cáncer, y no quiero sólo tu amistad —finalizó el escorpiano y se sentía más liberado.

La canceriana estaba estupefacta ante la confesión del joven, no se lo esperaba, pero se sentía feliz. Soltó el agarre de sus manos y rodeó al pelinegro en un abrazo.

—También me gustas, Escorpio —susurró contra el oído del mencionado y él sonrió a más no poder.

—Gracias por eso también —el escorpiano acomodó sus rostros de tal forma para que pudiera unir sus labios  en un beso lleno de ternura y cariño.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora