Piscis & Géminis

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—¿Cuánto tiempo más me harás esperar?

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—¿Cuánto tiempo más me harás esperar?

Géminis sentía que su energía se iba evaporando después de haber esperado horas bajo el abrasador sol de verano. Se suponía que para entonces ya debía estar disfrutando de la frescura del mar, sin embargo todavía esperaba a que Piscis se dignara a aparecer.

—¡Juro que te lo compensaré! —exclamó Piscis ni bien vio la expresión aterradora de su novia.

—¡Eso es lo mínimo que deberías hacer! —gritó ella de vuelta y suspiró, intentando no molestarse tanto—. Ah, como sea. ¡Sólo date prisa, siento que en cualquier momento voy a morir por un golpe de calor por tu culpa!

El conductor largó una carcajada y puso en marcha el vehículo.

Habían planeado visitar la playa desde que eran vacaciones de invierno, pero el clima claramente no les permitiría disfrutar de la sensación de mezclarse entre las olas. Puesto que si lo hacían seguro pescarían una neumonía, por lo que decidieron esperar a que fuera verano.

—Oye, ¿trajiste bloqueador solar? —preguntó Géminis, viendo que el suyo no se encontraba dentro de su bolso.

—Debe estar en la guantera.

Aquellas palabras salieron disparadas de su boca en una respuesta automática y, cuando fue capaz de reaccionar, se dio cuenta de que ya era demasiado tarde.

Chasqueó su lengua contra el interior de su mejilla y detuvo el auto a un lado de la ruta, mientras era consciente de que entre las manos de Géminis se hallaba un boleto de avión, con sus datos personales y sin fecha límite.

—¿Me explicarás que se supone que es esto o tengo que sacar conclusiones yo sola?

—Tu hermano me lo envió hace un tiempo... —Géminis asintió una y otra vez sin emitir palabra alguna. Piscis buscó con insistencia su mirada, pero no lo consiguió, ni siquiera sujetando sus manos, aun así debía terminar de hablar—. En verdad, están preocupados porque no saben nada de ti desde hace tiempo. Quizás deberías aprovechar el pasaje e ir a verlos.

—De todas formas, seguro hablaste con Leo y le contaste qué es de mi vida ahora, así que ¿para qué molestarme en regresar al lugar del que fui echada?

El aire acondicionado del auto se había apagado en algún momento de la conversación y aquella sofocante sensación les traía a ambos recuerdos que era mejor no recordar. Aun así, por más dolorosos que fueran para Géminis, Piscis de cierta manera se sentía afortunado de haberla conocido tres años atrás.

Aquella época era como una mancha oscura en el pasado de la joven. No podía —o mejor dicho, no quería— recordar cómo había terminado metida en las drogas, pero ello solo la condujo a tener una gran discusión con sus padres, terminando con su expulsión de la casa en la que había crecido.

Después de aquello, no tenía dónde ir, así que simplemente vagó por la ciudad hasta colapsar en algún lugar que desconocía. Para su suerte, se había desplomado frente el lugar de trabajo de Piscis, quien al verla desmayarse frente sus ojos no dudó en ayudarla.

Para cuando Géminis despertó, se hallaba tendida sobre un sofá y calentita bajo unas frazadas en una habitación que impresionaba ser la sala de espera de alguna clínica.

—Veo que despertaste, me diste un buen susto ahí fuera —comentó este hombre de lentes que vestía una bata blanca, mientras se detenía a una distancia prudente—. ¿Te sientes mejor ahora? ¿O tal vez sería mejor que comieras algo? Supongo que puedo comprar algo en la tienda de la esquina...

Géminis se limitó a escucharlo hablar consigo mismo, sin saber el motivo tras su ayuda porque no existía ni una sola persona que no quisiera nada a cambio, ¿verdad? Siempre había sido así.

—No quiero deberte nada.

Le preguntó que era lo que quería a cambio de haberle dado refugio y él guardó silencio por un instante, sin saber muy bien qué quería escuchar ella. Finalmente, decidió invitarla a cenar. Estaba casi seguro de que el hambre había sido la causa de su desmayo, lo mínimo que podía hacer al verla en ese estado era ofrecerle una comida deliciosa que le devolviera la vida.

El aceptar su petición no fue más que el comienzo para que ambos pasaran más tiempo juntos. Al principio, Géminis era bastante reticente a hablar sobre las razones por las que se encontraba en tal situación, pero poco a poco pudo ser capaz de confiar en Piscis, gracias a que él no la presionó al respecto y le dio un techo bajo el cual vivir, además de trabajo en la clínica.

No era de extrañar que, tiempo más tarde, se terminara enamorando de cada gesto que él tenía para con ella. Había días en los que se preguntaba si realmente merecía ser consentida de tal manera. Todavía le costaba creer que una persona como él fuera real y cuando menos se lo esperaba sus oídos fueron endulzados con una frase que derritió por completo el frío que sentía en su corazón.

"¿Quisieras ser mi novia?"

Aún ahora era increíble ver cómo se había desarrollado su vida y cómo había sido bendecida al encontrarse con un ángel ese día.

Sin embargo, el hecho de que le haya ocultado ese boleto de avión había conseguido sacarla de sus casillas por completo.

—¡Conociendo todo lo que pasé debido a que me dieron la espalda, ¿todavía quieres que vaya saltando felizmente hacia ellos?! ¡Me estás jodiendo!

Se quitó el cinturón de seguridad sin cuidado alguno y, al bajar del auto, la puerta escapó de su mano, dando un fuerte portazo. Acto seguido, Piscis la imitó y rodeó el vehículo tan pronto como pudo para seguir a su novia, quien se había adelantado varios metros.

Sin pensarlo dos veces, Géminis corrió mar adentro hasta dejar de sentir la arena bajo sus pies. Permaneció un buen rato bajo el agua, hasta ser devuelta a la superficie por unos fuertes brazos que la sujetaron antes de que pudiera sumergirse en la profundidad, antes de que llegara a ser peligroso.

Piscis la envolvió en un abrazo firme, con el corazón en la boca y su mente hecha un caos.

—Por todos los cielos, ¿en qué estabas pensando? —murmuró contra su oído, provocando que los escalofríos se apoderaran de ella—. ¡No vuelvas a hacer una cosa como esta otra vez, por favor!

"Ah, él tiene razón", pensó. Ya no estaba sola, Piscis se preocuparía si algo llegaba a ocurrirle.

Llenándose de aquel pensamiento, Géminis le devolvió el abrazo mientras se mantenían flotando en el mar, y besó su frente para que relajara el ceño fruncido.

—Ha pasado tiempo desde la última vez que te asuste, extrañaba tu cara de pánico —se rió de su propia broma para aligerar el ambiente y consiguió un regaño por parte de la persona que amaba.

—En serio, ¿qué voy a hacer contigo? No tienes remedio.

Géminis volvió a permitirle escuchar su risa y Piscis aprovechó el momento para atrapar sus labios en un beso, pegando su cuerpo todo lo que podía, temiendo perderla si se alejaba demasiado de ella.

—No tienes que ir de viaje si no quieres, por eso no te lo había dicho.

—Está bien, lo entiendo. El pasado es pasado, vamos a pensar qué haremos de aquí a futuro, ¿bien? —Piscis asintió, sonriendo, sabiendo que no podría ser feliz de otra forma, si Géminis no estuviera entre sus brazos.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora