Cáncer & Libra

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Narra Cáncer

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Narra Cáncer

Estaba corriendo por toda la casa cuando mi mejor amigo llegó. Les explicaré, a mi perro Hank, le gusta jugar con mi calzado y estaba a punto de colocarme la zapatilla cuando él me la quitó de la mano.

—Creí que ya habías dominado a Hank —comentó Libra con un deje de diversión en su tono de voz y decidí ignorarlo, es decir, no tenía ganas de remar con ambos animales.

Vi que mi mascota bajó las escaleras hacia el sótano y sonreí triunfal, no tenía escapatoria de allí. Encendí la luz y mi cachorro tenía una expresión juguetona, no podía regañarlo.

—Vamos, chico malo —tomé a mi perro en brazos y subí las escaleras para encontrarme con el castaño, mirando televisión como si fuese dueño de casa, aunque no podía quejarme, yo actuaba de igual manera en su hogar—. Veo que no te aburres.

—De hecho, te equivocas —me contradijo, sin siquiera voltear a mirarme y me acerqué hasta Libra para sentarme en el sofá a su lado.

Mis ojos se posaron en mi cachorro, ya que saltó de mis brazos hacia el regazo de mi mejor amigo, cosa que le sorprendió y dejó caer el control remoto al suelo para sostener a Hank. Reí y Libra sonrió, le daban miedo los perros, aún así, se acostumbró al mío y no le temía tanto.

—¿Quién le robó la zapatilla a Cáncer, eh? Tú, sí, tú —dijo mientras acariciaba la barriga del siberiano. Por mi parte, fruncí el ceño, ya que cuando encontré a Hank en el sótano, no tenía mi zapatilla.

Me levanté del sofá y revisé el lugar a simple vista. Ni un rastro de mi calzado, ¿dónde podría haberlo ocultado?

—¿Nos quedaremos toda la tarde buscando tu zapatilla? —inquirió Libra, acercándose a mí, con Hank en sus brazos.

—Era mi calzado de la suerte —murmuré y sentí como el libriano me rodeaba con su brazo en un abrazo.

—Sabes que es pura casualidad, ¿no? Además, no lo necesitas para hacer lo que harás —vi como una sonrisa apareció en el rostro de Libra e inconscientemente sentí como mi pulso se había acelerado. Me separé del abrazo para que él no pudiera darse cuenta y me miró raro.

—Eh, sí, tienes razón —dudé y miré la sala de estar con nerviosismo, en busca de unas sandalias—. ¿Estás seguro de que no puede ser otra persona en vez de mí?

—Eres experta en eso, ¿cómo no elegirte? —Libra dejó al perro en el suelo y me apretó las mejillas con suavidad sólo para molestarme.

Resoplé y alejé sus manos de mi rostro, ya había sentido el calor subiendo a mis mejillas. ¡Lo peor es que a Libra le fascina hacerme enfadar!

—Ya, ya, no te pongas así, Cáncer —lo miré mal y me quité la zapatilla que traía, ya que no había encontrado el par—. Si quieres, puedo decirle a Escorpio que juegue conmigo.

—¡No! —Libra sonrió divertido ante mi grito y aclaré mi garganta—. Es decir, te prometí que yo haría equipo contigo, no es necesario decirle a ella.

—Entonces, vamos, no quiero llegar tarde —dijo y tiró de mi mano antes de arrastrarme para salir de mi casa.

—¡¿Me llevarás descalza hasta la playa?! —pregunté histérica y él se detuvo en seco, provocando que yo chocara con su espalda—. Auch.

—Sube —Libra se inclinó para que pudiera subirme a su espalda pero yo me negué—. Es eso o correr descalza, querida.

—Eres un fastidio —solté antes de subir en su espalda y él sostuvo con firmeza mis piernas para no tirarme mientras que yo enrollé mis brazos alrededor de su cuello.

—Cáncer, me asfixias —murmuró entre cortado y reí levemente antes de aflojar el agarre un poco—. ¿Lo ves? Yo sé que me amas —dijo a modo de broma, pero yo sabía que en realidad eso era cierto.

(...)

El partido estaba casi terminando, era el último saque y nos faltaban dos puntos para ganarle al equipo rival o perderíamos el juego.

Tomé aire y lancé la pelota de volley hacia arriba para que tomara impulso y cuando volvía hacia abajo, volví a impulsarla con mis manos, pasándola al otro lado de la red. Libra estaba atento a los golpes de nuestros rivales, ellos jugaban bastante bien pero no más que nosotros.

De un segundo a otro, vi que mi mejor amigo se resbaló al golpear la pelota y cayó sentado a la arena. Para salvar el punto, me agaché lo suficiente para poder golpear la pelota y la mandé hacia el otro lado. El equipo contrario no pudo devolverla, ya que se chocaron entre sí y dejaron caer la pelota a la arena.

—¡Ganamos! —gritó el castaño con euforia y me levantó, dejándome sobre su hombro.

—¡Por Dios, Libra, bájame! —exclamé, intentando no caerme de su hombro y él hizo caso, solamente porque debió haber visto mi rostro horrorizado.

—¡Yo sabía que eras la mejor jugando al volley! —Y sí, si se lo preguntaban, me ruboricé porque nuestros rostros habían quedado a escasos centímetros.

Nos quedamos mirando a los ojos por bastantes minutos hasta que no me resistí a tener sus labios tan cerca de los míos y los besé.

Aunque no todo es color de rosas, ya que Libra no me siguió el beso, sino que se quedó quieto mientras yo lo besaba. No voy a mentir, me dolió pero era obvio que él no iba a corresponderme, ¿en qué estaba pensando al hacerlo?

—Cáncer, yo, bueno, no sabía que tú sentías... eso por mí —habló titubeante y sonreí apenada, fui una idiota.

—No, lo siento, no debí hacerlo —me alejé un poco de él para mirar hacia la arena y suspiré—. Supongo que ahora no me quieres ver, y estás en todo tu derecho...

—¿Qué? Sólo fue un beso, Cáncer, seguimos siendo amigos —Libra sonrió, pero yo lo sentí como si hubiese forzado su sonrisa.

—Claro, amigos —murmuré y una punzada se instaló en mi pecho como una daga atravesando mi corazón, dolía y mucho.

—Ven, cambia esa cara, ¡vamos a festejar nuestro triunfo! —gritó emocionado y me tendió su mano. La miré por unos segundos y posé mi mano sobre la de él, por lo menos podríamos seguir siendo... amigos.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora