Virgo & Cáncer

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Narra Virgo

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Narra Virgo

Estaba sentado en mi balcón, bebiendo un poco de chocolate caliente, mientras esperaba ver el atardecer para poder fotografiarlo, pero de un momento a otro, sentí que algo golpeó mi cabeza. Miré el objeto y era un peluche con forma de delfín.

Pero, ¿qué...?

—¡Oh por Dios! —Exclamó una voz femenina desde el balcón que se encontraba sobre mí. La muchacha bajó por las escaleras antiincendios hasta llegar a mi lado. Para entonces, ya me había levantado del suelo—. En verdad, lo siento. Mi amiga es algo torpe —se disculpó y le entregué el peluche, el cual me aceptó con un leve sonrojo en su rostro.

—No te preocupes —miré el cielo y el sol ya se había ocultado. Suspiré y volteé a ver a la chica, la cual no me quitaba la mirada de encima, y me hacía sentir un tanto incómodo—. ¿Vives en el piso de arriba?

—No, ahí vive Sagitario, mi amiga. Tal vez, la conoces. Es rubia y siempre tiene una sonrisa en su rostro —por supuesto que sabía de quién me hablaba.

Esa chica ponía música a todo volumen a medianoche y no me dejaba dormir en paz, lo cual contribuía con mi insomnio.

—Sí, sé quién es —me limité a no dar detalles porque la chica frente a mí parecía gran amiga de mi vecina—. Y tú, ¿donde vives?

—A dos calles de aquí —se acercó al borde de mi balcón y señaló un edificio, que identifiqué como aleatorio—. ¿Cómo te llamas?

—Perdona mis modales. Me llamo Virgo, ¿y tú?

—Cáncer —sonrió y estreché su mano para no dejarla suspendida en el aire—. Creo que debería irme. Sagi debe estar preocupada por mí —miró su reloj alarmada por la hora y volvió su vista a mí—. Fue un gusto, Virgo.

—Lo mismo digo, Cáncer —dije y sonreí de lado. La chica sonrió tímida y se despidió con un movimiento de mano para luego subir las escaleras hasta el piso de arriba.

La seguí con la mirada hasta que se perdió al entrar en la habitación.

(...)

Meses más tarde...

Regresé algo tarde del taller de fotografía hoy, así que en vez de hacer mi rutina de siempre (bañarme, cocinar, etc.), salí al balcón con mi cámara en mano. Esta vez no perdería el momento de retratar el atardecer.

Estaba a punto de sentarme en el suelo, pero el sonido del timbre logró que fuera a abrir para ver quién era. Me encontré con la misma morena de aquella vez y me sorprendí de verla.

—¿Cáncer? ¿Qué haces aquí?

—Hola Virgo, estoy bien, gracias por preguntar —rodó los ojos y la miré con apuro. No tenía tiempo para sus berrinches, quería volver al balcón.

—¿Necesitas algo?

—Creí que tal vez podríamos ir a dar un paseo por la ciudad, ¿quieres? —Preguntó y la miré sin preocuparme por demostrar mi asombro.

—Estaba algo ocupado —miré sobre mi hombro y pude notar que el sol ya se había puesto. Maldición. Llevo más de tres meses tratando de fotografiar el atardecer y aún no lo conseguía—. ¿Sabes qué? No me vendría mal salir a caminar un rato —noté su sonrisa y la invité a pasar a mi departamento.

—Es muy lindo tu hogar —mencionó con cortesía y me encogí de hombros.

—Gracias —dije por mera formalidad y le indiqué que tomara asiento en uno de los sillones—. Ya regreso —avisé y tomé mi celular junto con la cámara, no salgo a ningún lado sin ella.

—¿Listo? —preguntó cuando llegué a su lado. Asentí y salimos.

(...)

Caminamos cerca del museo y a la luz de la luna, Cáncer se veía más hermosa.

Alto. ¿Qué estaba pensando?

—¿Ocurre algo? —Cuestionó la morena, sacándome de mis pensamientos.

—Estoy algo cansado —visualicé un banco y nos dirigí hacia él para sentarnos—. Tuve un día largo.

—Me lo hubieses dicho y salíamos otro día —mencionó y se dedicó a mirar el cielo nocturno.

Se veía tan tranquila, y tantas fueron mis ganas de tomarle una fotografía, así que me vi obligado conmigo mismo a hacerlo.

—Quiero verla —levanté la mirada de la cámara para ver como se dibujaba una tierna sonrisa en su rostro.

—Creí que no te habías dado cuenta, te pido disculpas —balbuceé, atropellando mis palabras y escuché su risa.

No sabía por qué, pero estaba nervioso y me temblaban las manos. Le mostré su foto y ensanchó su sonrisa.

—Si que eres bueno —me regresó la cámara y su mano quedó sobre la mía.

Así fue como caí.

(...)

Dos años después...

Narra Cáncer

—¡Bájame, Virgo! —Le grité a mi novio para que me bajara de su espalda y escuché su risa.

—Es divertido escucharte —dijo, ignorando mi pedido y me aferre más a su cuello—. Cáncer, me asfixias.

—Ups —reí y aflojé el agarre. Él también aflojó su agarre de mis piernas y estuve a punto de caerme, pero él me sostuvo con firmeza.

—Nunca te dejaría caer —afirmó luego de haberme dejado en el suelo y sonreí con ilusión.

—¡Te amo!

—Yo te amo más —dijo, tirándome hacia él para fundirnos en un abrazo.

Virgo rompió el abrazo de repente para irse corriendo dentro de su departamento y observé confundida la situación. Regresó con su cámara y tomó mi mano para empezar a correr hacia quién sabía dónde.

—Amor, ¿qué pasa? —Le grité, ya que él no disminuía la velocidad y yo no era tan rápida como él, así que prácticamente estaba siendo arrastrada.

—Es sorpresa —se limitó a responder y bufé.

Siempre pasaban cosas así con este chico, pero debía admitir que hacía la relación más emocionante.

—Llegamos —anunció y soltó mi mano. Respiré profundamente mientras miraba mi alrededor.

—¿La Torre Eiffel?

—Aquí fue donde te pedí que seas mi novia —recordó y no hacia falta que me lo dijera para que supiera la conexión que nos unía con este maravilloso lugar.

—¿Era necesario correr hasta aquí? —Inquerí y él asintió efusivamente. Miró su reloj y luego posó su vista en el cielo.

Se acercó a mí y noté que a nuestras espaldas estaba la torre. Lo miré y vi el atardecer sobre París, ahí fue cuando comprendí lo que quería hacer.

Besé su mejilla y escuché el sonido característico de su cámara al tomar una foto.

—El mejor atardecer.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora