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Había pasado un mes y medio desde la última vez que habló con alguno de sus amigos.

Las primeras dos semanas habían estado llenas de mensajes y llamadas perdidas, pero de un momento a otro estas se detuvieron. Solo se dedicaba a responder uno que otro mensaje de Jin, dando solo respuesta a las preguntas básicas y no a aquellas que incluyeran a Jungkook.

Porque sí, Jin no había dejado de escribirle testamentos sobre Jungkook, sobre si se estaba involucrado con él, con advertencias y pedidos para que simplemente le contestara una llamada. Ni siquiera estaba seguro de que Jungkook le hubiese visto, teniendo en cuenta que el menor se había pasado todas esas semanas, o en su apartamento, o en el propio. O también en algún bar o taberna, realmente evitaba inmiscuirse mucho, enojar a Jungkook no era algo que estuviese buscando.

(No le teme, o puede que sí, de alguna manera. Es más que todo un deseo de evitar disputas, porque todo está tan bien entre ellos como para arruinarlo.

Jungkook le acompaña al parque y juegan con los gatitos callejeros. Jungkook evita fumar en su presencia, y señala las flores diciendo que son preciosas, pero no tanto como él.

También sonríe al verlo jugar con los niños que frecuentan el parque, con cámara en mano mientras le fotografía con su rostro luminoso y cálido.

Hace unos meses no se imaginaba ver a Jungkook en esa faceta.

Pero también hace lo que le viene en gana, en ciertas ocasiones que huele demasiado a ron y besa su cuello con vehemencia al llegar a casa, solo para ser empujado de la cama y metido a la bañera con ropa encima.

No es su culpa ser un hyung estricto, entre lo que cabe.)

-¿Peleaste otra vez, no? -gruñó, tomando la mano del más alto con la molestia desbordando de su rostro. Jungkook le había buscado en su día libre con la excusa de quererlo llevar a dar un paseo -algo innecesario, puesto que se conformaba con una sesión de cariños en el mueble mientras tenían un maratón de algún show de comedia barato.

Ahora estaban en un centro comercial, encaminandose a la feria de comida. Era extraño que no se hubiese dado cuenta antes de los raspones en sus nudillos, ni ese moratón que se escondía al lado de su mandíbula, tan abajo que casi rozaba el cuello, haciéndolo difícil de ver.

(Jungkook suele esconder muchas cosas de él, y le molesta, pero no lo culpa. Jimin también es experto en esconder cosas.)

-Necesitaba dinero, ya sabes que pagan bien -Jungkook se encogió de hombros. Detestaba verlo metido en peleas clandestinas, aquel acto ilegal que le recordaba dolorosamente que por muy rosa que fuesen sus interacciones con él, aquel chico no cambiaría con facilidad-. Lo necesitaba para consentir a mi novio.

Rodó los ojos con una inevitable sonrisa, mientras las manos blanquecinas de Jungkook apretaba sus mejillas, tornándolas en su suave color rosáceo. Desde la última vez en que rechazó su propuesta, el menor no había dejado de llamarle novio como un niño empecinado a conseguir lo que quería. Era adorable.

No es que la idea de ser novios le molestara, pero no quería caer tan fácil en un título tan importante para él. No cuando seguía existiendo la presencia de Taehyung en la mente del menor, por mucho que lo negara.

Jimin no era idiota.

-Prefiero que compres comida barata de la esquina antes de que sigas metiéndote en eso, poniendo en riesgo tu salud. ¿Sabes que trabajo, no? Yo puedo costearnos algunas cosas...

Jungkook rodó los ojos, soltando su agarre. -Jimin, te pagan sueldo mínimo, con eso te mantienes tú solo a duras penas y con tus limitancias. Y no me salgas con que tu hermano Chansoo te ayuda porque he visto las transferencias y no te da ni el cuarto de lo que cuestan los servicios.

JUEGO TÓXICO | kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora