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Habían pasado dos días desde el momento en que sintió que toda esperanza se había resbalado de sus manos como el agua, repentina pero no por eso menos esperada. Era algo obvio que sucedería, tonto había sido esperar un resultado diferente. Y aún así, le costaba no soñar, pensar en cómo habrían sido las cosas de no haberse complicado tanto la situación.

De cualquier forma, las cosas eran como eran. Estaba tratando de mantener la vida cotidiana, y no se lo hacía nada fácil la presencia de Jungkook en su apartamento, tan suave y cuidadoso que no parecía él. Le era imposible no mirarlo a lo lejos mientras servía la comida, el temor a un inevitable arranque de rabia siendo claro en sus descuidadas facciones. Necesitaba un baño, un sueño completo y vestirse mejor; el problema era que no tenía ninguna motivación para hacerlo, para cuidar más de sí mismo.

Comer frente a él era incluso tan alarmante como lo había sido días atrás estar frente a él, pequeño e indefenso, todo por haber atendido una llamada. Era preocupante cómo en cuestión de meses Jeon Jungkook se había convertido en su pesadilla personal, y al mismo tiempo en lo único que tenía a su alcance. En momentos como ese se cuestionaba seriamente si había amor o algún tipo de sentimiento similar en el medio, o era solo el miedo a estar solo que ambos poseían casi por igual.

-Siempre me ha gustado tu comida -musitó Jungkook con un bocado en su boca, y más que un halago se sentía como el más tonto intento de conversación que podría haber sacado Jungkook. No habían hablado demasiado desde que se había hecho lugar en su apartamento, aparte de cualquier tipo de banalidades similares que venían más que todo de su parte. Jimin no hablaba, no quería hacerlo. Y aún así...

-No me quieres -respondió con una sequedad poco usual en él. Jungkook musitó un suave y pequeño "¿Qué?", así que lo repitió-. No me quieres. Tú lo dijiste. Por qué estás aquí si no me quieres contigo, es lo que no me entra en la cabeza.

Jungkook guardó silencio por unos segundos, y pudo percibir cada resquicio de frustración que surcaron en la oscuridad de sus ojos almendrados y saltones. -Estaba molesto, Jimin.

-Deja las excusas. Estando molesto me has insultado, gritado, humillado y hasta golpeado. Que hayas perdido los estribos no les quita la gravedad -escupió con molestia, frunciendo el ceño-. De hecho, lo hace peor.

-No me conoces...

-Lo sé. No te conozco, Jungkook. Pero es lo que hay; lo tomas o lo dejas -estaba hastiado, y se notaba en la falta de temor en sus palabras aunque no fuese un secreto que Jungkook le aterrorizaba de maneras antes increíbles-. ¿Entonces, qué es lo que quieres? Alguien que esté contigo y te aguante lo que sea, supongo.

-Sabes que no es así -suspiró, hundiendo su rostro con cansancio sobre sus manos-. Realmente te amo, Jimin; así no lo creas, lo hago, y acepto que he dicho cosas horribles que no son ciertas. Pero eso no hace que esté mintiendo.

Seguía sin tener en claro qué diablos quería Jungkook de él. Cada vez sus temores de ser solo un paño de lágrimas más para Jungkook se acrecentaban, y la dureza que estaba tratando de construir a su alrededor empezaba a desmoronarse. Jimin era débil, no era un nuevo descubrimiento; era frágil y por eso mismo había sido la victima perfecta para los juegos de Jungkook. Taehyung lo había sido, todos lo habían sido, el mismísimo Jungkook era débil al igual que él y... realmente eran todos tan patéticos.

-Terminamos, ¿Lo sabes, no? -dijo tras unos minutos, recibiendo la mirada desesperada de Jungkook que calaba en su pecho de manera desagradable. ¿Era amor, o lastima lo que lograba sentir en momentos como aquel en que solo quería abrazarle y tenerlo contra su pecho, lejos de todo y todos?

-Jimin, por favor...

Fuese lo que fuese, estaba cansado. Se notaba en la frialdad con la que se levantó de la mesa para irse a encerrar en su habitación. Lo que Jungkook decidiera hacer sería su problema únicamente.

JUEGO TÓXICO | kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora